'Celobert', entre el amor y la ética

Estrenada en Londres en 1995, «Skylight» se ha convertido desde entonces en una de las obras de más éxito de las que se han representado en los teatros más emblemático del West End y de Broadway. «Celobert» cuenta la historia de Tom y Kyra, dos ex amantes que se reencuentran traes unos años de separación y la muerte de una esposa. Dos seres profundamente enamorados pero dos maneras insalvables de entender la vida. Él es un capitalista profundamente identificado con los valores de un sistema que tuvo en Margaret Thatcher su más cumplida realidad, aunque también un lúcido observador de sus propias fragilidades. Ella, la mujer que ha renunciado a las posibilidades de éxito económico inmediato a cambio de un trabajo que sólo ofrece la gratificación del bien social, con el agravante de que suele tender hacia el victimismo para cubrir unas evidentes carencias personales. Tom y Kira saben donde le duele al otro con más intensidad, y su reencuentro se convierte en un imposible y lúcido combate en el que se funden y confunden la esfera íntima de sus sentimientos enfrentados con la pública de su posicionamientos ideológicos.

Además de un texto trabado con talento, inteligencia y compleja estructura teatral, «Celobert» cuenta con el beneficio de una interpretación de las que hacen época, a juzgar por los comentarios de la crítica y del público. Por ejemplo, la opinión de Andreu Sotorra, que la vio en su presentación en el Teatre Romea: «El mérito de Josep Maria Pou en este papel intenso es el aura que ofrece al personaje, entre exigente, autoritario y débil a la vez. El mérito de Marta Calvó es el de presentar a su personaje con una fortaleza externa que se hunde hacia dentro. ¿Podría ser éste el retrato que más se acerca a la tipología de la sociedad contemporánea? El mérito de ambos es el de no 'decir' el texto, sino 'dejar fluir' lo que piensan los personajes. Es entonces cuando éstos cobran vida y se convierten en una especie de vecinos de escalera, o de platea. Y los espectadores, en voyeurs de su particular conflicto personal».