Simó Andreu lleva toda su vida en un plató de cine. Es capaz de ser
el más malo y, a la vez, el más bueno. «Es oficio». Reconoce que ha
tenido suerte y que todo le ha venido rodado. El próximo viernes,
el VI Festival de Cinema i Vídeo de Palma le homenajeará por su
trayectoria profesional.
"¿Qué siente al ser homenajeado?
"No considero que se trate de un reconocimiento a Simó Andreu, a mi
persona. La idea, creo, es poner sobre la mesa el hecho del cine
español y yo soy una excusa. Me he apuntado y lo acepto porque
puede ayudar a que la gente conozca y quiera al cine español, me
interesa que sea una aportación más. Estoy en mi casa, Palma no
debe hacerme homenajes. El cine de aquí necesita ayuda y aporto mi
grano de arena aceptando el homenaje.
"¿Por qué necesita ayuda?
"Porque siempre la ha necesitado. Cada vez hay menos cine español
porque no existen leyes de protección. Si se protegiera como otras
industrias, tendríamos un cine como el francés. Será difícil que se
logre, sobre todo por el empuje de la industria estadounidense.
"¿Se hacen buenas películas en Hollywood?
"El cine americano crea, cada año, diez buenas películas y 900
nefastas. No entiendo como la gente va a ver un filme en el que se
muestra otra realidad diferente, lejana a la nuestra.
"¿El cine debe contar las historias propias de cada
sociedad?
"El cine y la literatura son universales y pueden contar cualquier
sentimiento y, los sentimientos, no tienen patria. Las emociones se
rodean de unas maneras de ser diferentes según la procedencia.
"Usted empezó en el cine con la película «Cuidado con las
personas formales» en el año 1961.
"Tengo un gran recuerdo porque era mi primer película y, además,
con un papel coprotagonista. Se trataba de una comedia. Fue
maravilloso porque, de repente, llegué a unos estudios, a los que
había asistido para ver cómo se trabajaba, y me contrataron para
hacer una sesión. De esta prueba me salió la posibilidad de hacer
el filme. Cuando salí de sa Pobla, no pensaba que me convertiría en
un actor profesional. Me tocó la lotería.
"¿Los inicios fueron duros?
"No. Después de rodar «Cuidado con las personas formales» no me
salieron otros papeles, pero aproveché el tiempo para hacer teatro.
Allí me vio Paco Regueiro, que tenía que hacer su primera película,
«El buen amor». La historia se seleccionó para ir al Festival de
Cannes y, otra vez, tuve suerte. A partir de ahí todo vino
rodado.
"Durante los años 60 y 70 fue conocido por su faceta como
galán.
"No era un guaperas. Me comparaban con Jean"Paul Belmondo. Yo era
el galán feo del cine español. Los guapos eran Carlos Larrañaga o
Manolito Gil, altos y rubios. En España, el prototipo de hombre no
seguía estos esquemas, sino que se acercaban más al estilo
mediterráneo, moreno, como yo. Podía hacer cualquier papel, hecho
que me salvó. Por eso decían que era camaleónico, porque tenía un
físico especial.
"¿Se considera el actor mallorquín más internacional por sus
trabajos en el extranjero?
"No, porque Fortunio Bonanova trabajó en una de las mejores
películas de la historia del cine, «Ciudadano Kane» de Orson
Welles. ¡Ya quisiera yo haber podido participar en ese rodaje!
Bonanova era profesor de música y, cuando lo contrataban, lo hacían
para que interpretara papeles de profesor de música. No se trataba
de un actor completo porque siempre hizo el mismo rol, el mismo
personaje.
"Pero usted acaba de participar en una película de James Bond,
una de las más taquilleras y de las más vistas.
"Fue un papel corto que se ha visto en todo el mundo, pero también
he hecho otros filmes que también han podido verse en lugares como
Corea. No tienen nada que ver con James Bond, porque se trata de
una saga que mueve a millones de espectadores, pero ahí están.
"¿Se retirará haciendo cine?
"Simó Andreu todavía tiene que hacer de abuelo. Empecé mi carrera
haciendo de galán, después de galán maduro y, ahora, de padre.
Ahora me queda el papel de abuelo. El físico manda en el cine, como
en todo. El que es guapo lo es y, el que hace de feo, también lo
es.
"¿Cómo resumiría su trayectoria como actor y como persona?
"A las trayectorias siempre les falta algo. A lo mejor, no he
sabido evolucionar. Tampoco he sido comerciante, nunca me he
adentrado en el negocio del cine y, si hubiera entrado, tal vez
hubiera tenido una carrera más redonda. Pero prefiero venir a
Mallorca. Si me proponen un trabajo y me gusta, lo hago, pero no
voy a buscarlo. Como persona, ha habido de todo. Un año me va bien
y otro no. Disfruto de lo que puedo y cuando puedo porque sé que la
vida es dura y siempre hay que reír.
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