Durante más de una década Enric Ceamans ha sido un rostro familiar en los escenarios ibicencos. Sus colaboraciones con el Grup Amateur de Teatre (GAT) durante unos años, o las que ha realizado en los últimos tiempos para la Compañía Fila Zero, entre otras, le han proporcionado un cierto reconocimiento público por su trabajo. Además, a su condición de actor se une la de pintor, habiendo presentado sus obras en numerosas ocasiones, tanto en Eivissa como en Formentera.

Han sido 15 años de residencia en una isla a la que ahora dice adiós. «Son muchos los motivos de mi marcha; el principal es que quiero retomar mi carrera de actor que un día dejé aparcada en Barcelona por motivos personales. Ahora que ya estoy jubilado como peluquero puedo dedicarme a ello de lleno», comentó a sus 67 años este entusiasta artista interdisciplinar. «Aunque mucha gente lo ignora, ejercí como profesional, pero lo dejé porque era difícil entonces compaginar el teatro y la televisión con el trabajo que me daba de comer», añadió.

También ha influido mucho en su decisión volver a vivir en su apartamento de Granollers, cerca de Barcelona, pero casi en el campo. «No soy demasiado patriótico, mi patria es donde estoy agusto», apuntó. Y ya tiene algún proyecto entre manos. «He echado las redes y tengo en vista algunas cosillas de teatro, también en TV3, en doblaje...». Pero no olvidará a Eivissa. «Lo mejor que me llevó de la isla es como he evolucionado; es lo que más me entusiasma y me hará volver cada año, si puedo. Es un tesoro humano muy edificante», precisó el actor, añadiendo que «me gusto más ahora que cuando vine».

Agradecido «a toda la gente que ha creído en mí y me ha dado su amistad», no rechaza valorar culturalmente la isla. «Hace falta más coordinación. Es una pena que una isla con tantos valores no brille más por culpa de cuatro elementos que quieren ocupar todo el protagonismo». «Si fueran más humildes y hubiera más unidad entre todos, las cosas irían mucho mejor, culturalmente hablando, para Eivissa. La vanidad no conduce finalmente a nada», concluyó Enric Ceamans.