«Hijo único y consentido, Cotxo era uno de los muchachos más revoltosos y endemoniados de Eivissa en el primer cuarto del siglo XX». Con estas palabras resumía el pasado 26 de septiembre Marià Serra el carácter indómito y rebelde que ya empezaba a manifestar en sus primeros años Joan Marí Mas, conocido popularmente como Juanito Cotxo.

El presidente del Institut d'Estudis Eivissenc centró en él su participación el Curs de Cultura Popular que organiza anualmente «Sa Nostra», aunque también hizo referencias, aunque menores, a una ibicenca que no le iba a la zaga al polémico personaje, Paca Escanella; otra figura que puede incluirse por sobrados méritos propios en una peculiar galería de personajes llamativos de la Eivissa de la primera mitad del siglo XX, cuando la isla comenzaba a despertar de su sueño rural de centurias y apuntaba, aún tímidamente, a entrar en sintonía con los tiempos.

Joan Marí Mas nació en la ibicenca calle Montgrí en 1884. Era hijo del patrón mayor de cabotaje Joan Marí Cotxo, natural de Sa Cala, y Pepita Mas i Tur Riquet, una «señorita de Vila», según el argot popular de entonces. Protagonista de cuantos líos y aventuras se organizaban por parte de la chiquillería de la época, las gamberradas del personaje eran la comidilla de toda la ciudad. El repertorio iba desde hacer volar cometas dentro de la ciudad, con peligro para el nuevo tendido eléctrico, hasta apedrear perros y gatos, cambiar de lugar a los barcos del puerto y gracias por el estilo. «En definitiva, un verdadero líder, perseguido por toda la plantilla de la Policía Municipal y multado por la autoridad correspondiente», según Marià Serra.

A pesar de todo, este desvergonzado hijo de la pequeña burguesía ibicenca destacó bien pronto como estudiante excelente en todos los campos del saber y desde muy joven colaboraba en la prensa liberal de la isla; fundó una orquestina de instrumentos de viento (la Murga). Estudió Marina Mercante en Valencia y radiotelegrafía, y viajó como piloto por toda Europa, principalmente por el Báltico, conociendo de primera mano en San Petersburgo la Revolución bolchevique.

Más tarde estudió periodismo en Madrid, ejerciendo de corresponsal de la prensa ibicenca, como hizo en Valencia en sus años de estudiante. La pasión periodística le lleva a Argentina, donde llega a final de los años 20, casado con la ibicenca Margalida Planells Mosson, a la que había raptado ante la oposición familiar. Aunque pasó por varias ciudades, al final se estableció en Santa Fe. «Fue un agitador cultural y un aglutinador de la bohemia, además de un punto de referencia para los ibicenco que llegaban a Argentina», afirma el presidente del IEE. Fundó con otros el Centro Balear de Santa Fe, impulsó el diario Litoral e hizo sus pinitos como poeta, con una popular colección de sonetos que dio la vuelta a Sudamérica.

Y en esta faceta, precisamente, fue una persona de currículum sobresaliente. Aparte de sus trabajos juveniles en la isla, Juanito Cotxo fue redactor de El Pueblo (1913-1916), diario republicano homónimo del que dirigía en Valencia Blasco Ibáñez, amigo personal del ibicenco. Fue director y redactor de Renovación (1920); de El Canario, semanario satírico (1922-1923); redactor de El Clarín de Buenos Aires; colaborador de La Razón, de la misma ciudad, además de las corresponsalías para periódicos de Eivissa, que ejerció en distintos puntos de la Península y Argentina; y notable crítico literario en revistas especializadas.

Volvió a Eivissa en 1935, 1951 y 1956, convirtiendo sus estancias en auténticos acontecimientos sociales, ya que la edad no moderó su carácter polémico. Así, en 1935, coincidiendo con las turbulencias políticas de la época, se metió en numerosos problemas que aconsejaron su vuelta a Argentina, aunque su esposa y sus tres hijos se quedaron en la isla, rompiéndose el matrimonio.

Volvió a casarse con argentina de ascendencia italiana, aunque nunca perdió sus lazos con Eivissa, y en cada viaje se involucraba directamente en la vida social; o lo intentaba, ya que las circunstancias políticas no le hacían fácil desarrollar su carácter natural, que ahora no tiraba sólo por el lado extravagante, sino que procuraba ayudar a todo necesitado que se lo pidiera, pues su generosidad iba pareja a su carácter exaltado e independiente.

A la muerte de su madre, en la Navidad de 1951, Juanito Cotxo vendió las propiedades familiares que tenía en la isla y regresó de nuevo a Argentina, repitiéndose las escenas de unas despedidas sentimentales, tanto en quien partía como entre los incontables amigos que dejaba en Eivissa.

Cinco años más tarde hizo su última visita a la tierra que lo vio nacer, volviendo a repetir la liturgia viajera consuetudinaria del personaje. Pero era muy consciente de que aquel viaje sería el último; el corazón comenzaba a fallarle y las travesías atlánticas eran demasiado largas y problemáticas. Así que aquella despedida de 1956 fue la definitiva. Joan Marí Mas, Juanito Cotxo, moriría el 9 de agosto de 1962 en Santa Fe, después de haber celebrado con la comunidad ibicenca en el hotel de su propiedad las fiestas patronales de la ciudad en la que primero vio la luz, tradición que nunca dejó de celebrar durante todo los años de su etapa argentina.

Vitalista, desorbitado, altruista, amigo de grandes artistas y del pueblo llano, un personaje que no merece el olvido.