La capacidad de Sergio Ferrero para las relaciones públicas y la
alta alcurnia de su agenda, se puso ayer de manifiesto una vez más
en la inauguración de su exposición de pintura en la sala de
exposiciones del Centro Cultural Ebusus. Representantes de la
aristocracia italiana, empresarios de fuste y algún que otro
personaje de la jet-set española y europea acudieron a admirar la
muestra antológica de 30 años de creación plástica con los que
celebra sus «primeros 60 años», título que ha dado al conjunto de
la muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 1
de septiembre.
La gama estilística de las obras que ha reunido para la ocasión
el polifacético personaje, príncipe de Muresanu para más señas, va
desde las obras de carácter naïf a la figuración más o menos
poéticas pasando por el realismo o el pop-art. «He puesto algunas
cosas de las que hice con Andy Warhol, del que era muy amigo. Fue
en un happening contras las drogas, en Nueva York», comentó a este
periódico Ferrero.
Orgulloso de desafiar a la naturaleza en su faceta de
deportista, el conocido personaje tiene en cartera un nuevo empeño,
para el que no es óbice las seis décadas de existencia que lleva ya
sobre sus trabajadas espaldas: cruzar el Atlántico, como lo hiciera
20 años atrás en una tabla de surf, sólo que ahora en una piragua.
Además, no hace mucho también ha llevado a cabo otras de las
proezas que tanto le tientan: realizar en 118 horas la combinación,
sin parar, de 40 kilómetros de natación, 160 de Kayac, 800 en
bicicleta y 160 a pie. Aunque aseguró que estuvo a punto de tirar
la toalla, pudo más la férrea voluntad que tan literalmente se
ajusta a su apellido. Un Caso singular de un hombre de acción que
también disfruta de la contemplación.
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