Emociones fuertes, nervios apenas contenidos, y hasta alguna
lágrima negra en mitad de la larga noche. Tres eran los aspirantes
al máximo galardón y tan solo uno tenía que ser el afortunado. Y el
ganador de la «Lámpara Minera» del año 2002 fue Manuel Cuevas
Rodríguez, de Sevilla, que además consiguió otros dos premios:
tarantas y otros cantes mineros. El «Bordón Minero», máximo premio
de guitarra, lo consiguió el malagueño Antonio Soto Arjona. Y el
«Desplante», máximo trofeo de baile, se lo llevó la sevillana
Àngeles Gabaldón Valle.
Manuel Cuevas Rodríguez, de 25 años, ya con la «Lámpara Minera»
en las manos, recogió el aplauso unánime de todos los espectadores.
Muy emocionado dijo: «No soy muy bueno para hablar, lo mío es el
cante, y ahora es imposible pensar lo que siento. Este premio hoy
me ha tocado a mí, pero igual le podía haber tocado a otro. Se lo
dedico a mi guitarrista Fernando Rodríguez y al cantaor Pencho
Cross de La Unión que es de donde he mamado el cante, y a la
cantaora Encarnación Fernández».
Manuel Cuevas se aficionó al cante desde su primera infancia y
se dedica exclusivamente al flamenco desde hace un año y medio: «He
trabajado siempre en el campo; también he trabajado de albañil,
pero lo dejé cuando empecé a tener compromisos como cantaor con
peñas y festivales. He visto que esto tiene salida y lo estoy
intentando», dijo al público asistente a la final. Manuel González
Cabrera «Rubito de Pará» obtuvo el Premio Especial a cantaores
jóvenes, dotado con 750 euros.
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