Presentado con una fecha como título, «1920», Llorenç Capellán
acaba de publicar un recopilatorio de 31 narraciones cortas parte
de las cuales ya han podido leerse en sus artículos de «Diari de
Balears». El volumen sale editado por Lleonard Muntaner. 1920 es un
año que aporta infinidad de claves para entender una época de
trazos fuertes y apasionados. El año empieza con la muerte de
Modigliani, semanas más tarde su viuda, Jeanne Hébbuterne, se
suicidaba. En Talavera un toro mata Joselito... Hitler presenta los
puntos que darían cuerpo al nacionalsocialismo y en Madrid se
fundaba el partido Comunista.
Son todos ellos episodios históricos reseñados en la
contraportada y que el autor utiliza como referencia para la
presentación del libro. «1920 fue un año emblemático. De esta fecha
y a través de la violencia natural del hombre como factor
dinamizador de los cambios sale un mundo nuevo». Llorenç Capellán
se refirió precisamente al concepto de violencia como «el hilo
conductor del libro». Un concepto que se hace patente como «motor
que mueve el mundo» y como «deseo de aventura del hombre», y de
ello se sirve para introducir el lector en una Mallorca de señores
decadentes, campesinos, desarraigados y matones. Una época
marcadamente carnal e intuitiva.
Los relatos no guardan relación los unos con los demás. Así y
todo, la muerte siempre suele estar presente como un factor más de
la vida. Con ella también está muy presente la picaresca como
trasfondo. «La sociedad canallesca en la literatura mallorquina
pienso que ha sido tratada muy poco y contiene una carga de valores
muy importante. A través de ella y con títulos como «Les cinc
pedretes», «El testament», «La llegenda del cavall negro», «Una
història d'estiu» o «L'orgue de la maneta». Capellà desarrolla unas
historias concisas y contenidas que suele dejar bastante abiertas
cómo «escapada imaginativa para que el lector pueda tomar parte en
la narración como un personaje més» y le ponga final.
Con éstas, lejos de querer transmitir algún tipo de lección
moralizando, Capellán alude «al placer» narrativo. «No hay ninguna
voluntad predicadora, ni ganas de aleccionar a nadie. La persona es
la perfección más imperfecta y nunca me permitiría ni siquiera
intentarlo». Con éste recoge de relatos, escritos con realismo,
pero también con pinceladas de fantasía, vuelve al género de la
narrativa corta con el cual, en 1971, se inició como escritor.
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