Antes de dedicarse a la creación plástica, Adolf Gil fue técnico informático y promotor musical. Foto: MARGA FERRER.

«No es lo mismo pretender que ser pretencioso, y lo que pretendo es crear una pintura mía muy personal que cambie según la luz que la envuelve y el espectador que la mire». A modo de declaración de principios estéticos, con estas palabras explicó Adolf Gil (Muro, 1970) a Ultima Hora Ibiza y Formentera su intención a la hora de crear una obra onírica, poética e inquietante a la vez, que parece realmente viva por lo cambiante del efecto que produce en cada espectador. Una breve muestra de su trabajo puede verse hasta el próximo día 15 en la sala Ebusus en su primera exposición individual en la isla, formada por parte de una serie sobre un viaje que hizo al Amazonas durante un año y medio.

De entrada, lo que más llama la atención del trabajo de Gil es su elaborada técnica. «Es un proceso de trabajo que ha ido evolucionando según mi búsqueda, que desde hace seis años no es otra que el estudio de la luz. Así, son muchas técnicas mezcladas que, conjugadas, dan una serie de formas», explicó. «Empleo de todo; serigrafía, dibujo, grabado, estampación, técnicas propias que no sé qué nombre darle, pigmentos, resinas, polvo de vidrio... Depende de lo que quiera decir», añadió. Dentro de esa obsesión por la luz, este inquieto artista ha llegado (en la obra que ahora presenta en Eivissa) «al uso de pinturas luminiscentes, que captan la luz y se usan mucho en seguridad. Es un material que cuando no hay luz emite luz; digamos, pues, que he llegado al proceso de luz sin luz.».

Un creador atípico que coquetea con la filosofía y el concepto, provocando en el espectador reacciones curiosas. Como escribe Biel Mesquida en el catálogo de una de sus exposiciones: «Estoy, por mor de los efectos de la obra de Adolf Gil, dentro de una condensación de pensamientos, sensaciones y emociones segregadas por las redes neuronales, de las que la sismografía de las frases es la única verdad». Antes de meterse en tales laberintos artísticos, Gil era hace unos diez años un eficiente técnico de la Siemens que venía Eivissa a arreglar los desajustes informáticos de cajeros automáticos, bancos y juzgados. Luego tuvo una promotora musical de grupos ingleses, americanos y australianos a los que hacía girar por Europa y España.

«La música es parte de mi vida; pinto con ella y el ritmo afecta a lo que hago; según con qué música trabaje los cuadros tienen una armonía u otra», comentó. Para prepararse en arte, «pasé tres años, del 90 al 93, encerrado, gastando y aprendiendo, hasta que en el 94 me decidí a salir, pero siempre con un objetivo, no pintar por pintar; por ese motivo he tomado siempre un tema de estudio, como la manipulación, el poder o conceptos así, todo bajo el prisma de la luz, mi leit motiv, digamos».