FRANCES PRESS-MANAGUA
La muerte del poeta Pablo Antonio Cuadra, acontecida la noche del miércoles a sus 89 años, ha conmovido al mundo literario y periodístico de Nicaragua, que reconoce en él a un intelectual, humanista y maestro de generaciones. «PAC -como le decían sus amigos- es de esos hombres que sólo nacen una vez cada cien años (...) su muerte es una pérdida irreparable para Nicaragua», dijo la poetisa Blanca Castellón. Pablo Antonio «no sólo fue el forastero que conoció la noche, sino aquél que mejor conoció las raíces y el lenguaje de su pueblo», dijo.

El poeta, que dio sus primeros pasos en el mundo literario a los 11 años, nació el 4 de noviembre de 1912 en Managua y fue fundador del Movimiento de Vanguardia, una escuela que reemplazó al modernismo, cuyo máximo exponente hispanoamericano fue el también nicaragüense Rubén Darío. «El poeta fue el primero y único vanguardista de proyección internacional y el que más madurez intelectual alcanzó hasta el momento de su muerte», manifestó el escritor y subdirector de la Academia de la Lengua de Nicaragua, Jorge Eduardo Arellano.

A su muerte, Cuadra deja un impresionante legado literario con obras de teatro, poesía y ensayos entre los que destacan su obra de teatro «Por los caminos van los campesinos» (1936), El jaguar y la luna» (1959), «Cuentos de Cifar» (1971) y «Canto Temporal» (1943). Todos ellos están inspirados en la vida cotidiana, las costumbres, creencias y el paisaje nicaragüenses. Cuadra también hizo aportes importantes al periodismo y al pensamiento político nicaragüense desde la columna «Escritos a Máquina», que publicaba en el diario La Prensa. «Toda mi obra es una búsqueda» de la identidad del ser nicaragüense, ha dicho.