El Ayuntamiento de Eivissa es un ejemplo de edificio histórico, englobado en una zona Patrimonio Mundial, utilizado como sede institucional.

La ciudad de Córdoba acogió los pasados día 29 y 30 de octubre el Congreso Nacional de Patrimonio Mundial, cita a la que acudió una delegación del Ayuntamiento de Eivissa acompañada por el historiador Antoni Ferrer Abárzuza, responsable de la ponencia «Eivissa, biodiversidad y cultura».

Ferrer Abárzuza reconoce que los temas tratados en el congreso son «complejos» y apunta que la «verdadera problemática tanto del Patrimonio Mundial como del restante es la conservación», un concepto que engloba un abanico de acciones como son investigación, restauración, divulgación, rehabilitación, gestión de uso y turística, etc.

En Córdoba se abordaron diversos aspectos para esta cuestión. Uno de los principales, apunta Ferrer Abárzuza, fue el de la financiación. La responsabilidad sobre los bienes recae en todas las instituciones -desde los ministerios a los ayuntamientos, pa- sando por las comunidades autónomas y los consells insulares-, se afirmó que, en la práctica, son los consistorios los que ponen sus arcas a disposición de los bienes. Desde Córdoba, se abogó por una mayor comunicación entre instituciones que diera como resultado su efectiva participación en la protección y conservación de los bienes.

El debate sobre los criterios de intervención en el patrimonio histórico contó también con su protagonismo. Allí se vieron posturas como la defensa de la revitalización de los usos originales de los edificios -«cosa posible sólo en contados casos: difícilmente volveremos a tener dominicos en la sede del Ayuntamiento de Eivissa o soldados en el Museu d'Art Contemporani», señala Ferrer Abárzuza-, pasando por los criterios de 'fachadismo', es decir, mantener las fachadas y dotar de nuevos usos a los inmuebles -«como los casos de Can Ventosa y Can Llaneres»-.