No hay festival sin sobresaltos. El de Elektrozine de este año correspondió a los problemas de envío que provocaron que algunas de las cintas que debían ser proyectadas ayer en Multicines Eivissa, en formato 35 mm, no llegaran a la isla. Afortunadamente, los problemas técnicos pudieron solventarse parcialmente y las piezas fueron finalmente proyectadas en vídeo, tras instalarse un equipo provisional en la sala que permitiera su exhibición.

Y ante tanto sobresalto, era lógico que la programación estuviera dominada por la muerte y lo sobrenatural. Nada menos que cinco de las cintas a concurso mantenían su temática en este sentido, y algunos de ellos con especial acierto. Es el caso de «Hasta los huesos», una destacada animación mexicana dirigida por René Castillo que guarda una más que estrecha relación con el culto a los difuntos existente en el país centroamericano, aderezada con un cierto aire del primer Tim Burton y unos colores que desgraciadamente no pudieron disfrutarse en toda su dimensión debido a los problemas técnicos mencionados.

Pero la idea de la muerte, unida a la memoria y al paso del tiempo, es la base sobre la que también se sustentó «Hilarri», una hermosa historia de amor más allá de la vida que Manu Gómez estropea ligeramente al incorporar una voz explicativa en off al final de sus ocho minutos de duración. Toda la delicadeza con la que se nos narró el flechazo entre una enfermera y un moribundo en plena guerra carlista cae estrepitosamente ante las frases finales.

«La yaya», de Juana Macias, y «7337», de Sergio G. Sánchez, mantuvieron el listón más allá de la vida terrenal en la velada celebrada ayer en Multicines Eivissa. En el primero de estos dos cortometrajes, bien rodado, se vuelve a demostrar que existe una cierta tendencia a terminar de un modo precipitado la narración, sin terminar de lograr cerrar correctamente el círculo fílmico. Por lo que respecta al segundo, abreviación en su título de los años 1973 y 1937, se nos cuenta la historia de una maestra, interpretada por Marta Belaustegui, que se ve inmersa en una historia de fantasmas en la Asturias rural dando forma a una leyenda de pueblo muy bien resuelta técnicamente. El círculo relacionado con la muerte lo cerró «Alzheimer», dirigido por Alex Sampayo en blanco y negro (otra de las características del festival es la gran cantidad de películas llegadas a Eivissa con ausencia de color), donde se recorren los recuerdos de un enfermo aquejado de esta dolencia en sus últimos segundos de vida.

Ya de vuelta al mundo de los vivos, la última jornada a concurso de Elektrozine dejó una joyita que podría sonar para alguna mención en el palmarés. Se trata de «Treitum», de Javier Ruiz, quince minutos metidos en la piel de Blas -un gran trabajo del niño Héctor Castellarnau-, un chaval que comienza a ver como se despierta su interés por las mujeres pero que está sometido por la voluntad de su jefe de pandilla. La calidad en los encuadres y la sencillez con la que se nos cuenta la historia, combinando foto fija y acción real, con algún toque incluso de western, la convierten en una de las cintas más sólidas vistas en esta tercera edición de Elektrozine. La programación se cerró con «Malos hábitos», «Azar», «Atraco en la gran final», «Stopp» y «El censor».