GUILLERMO ROMANÍ «El compromiso creativo es con uno mismo, y por eso no hay que tener miedo a destruir una obra o a tirarle piedras si no estás conforme con lo que has creado». Así de contundente es Eduard Vich (Barcelona, 1952) con su propia obra. «Nunca hay que pintar por pintar, eso no lleva a ninguna parte», añadió el artista, que inaugura a las ocho de esta tarde una exposición en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» de Sant Francesc Xavier, que permanecerá abierta al público hasta el 31 de octubre.

Para la ocasión, Vich presenta una obra inédita muy alejada de sus últimas creaciones, centrada únicamente en Formentera.El motivo «es el flash que tuve hace un tiempo cuando estuve aquí por vez primera. La isla me deslumbró», explicó a este periódico. «Desde entonces he vuelto en bastantes ocasiones para tomar notas y apuntes de aquello que quería retratar, iluminar a través de la visión particular que cada uno tiene de su entorno».

La muestra se centra en dos aspectos básicos de la isla: las lagartijas, que componen una serie con más de 20 acuarelas, y la iglesia fortificada de Sant Francesc, «que me sorprendió por ser totalmente atípica». Asimismo, la luz de Formentera, «una luz que varia de un lado a otro de la isla y que me sorprende en todo momento», apuntó Vich, añadiendo que esta exposición es sólo «un primer paso de una larga historia de amor con esta isla».