Renoir, Picasso, Matisse, Cézanne, Degas, son algunos de los
artistas reunidos por el Museo Thyssen-Bornemisza en «Forma. El
ideal clásico en el arte moderno», cuya aspiración no es sólo ser
una magnífica exposición, sino sentar las bases de un nuevo
concepto artístico. Tomas Llorens ha reunido por primera vez
setenta obras, algunas inéditas, de los principales representantes
del arte moderno para mostrar la intensa relación entre clasicismo
y modernidad «y como ambos conceptos se funden en la obra de
destacados artistas de las vanguardias», según el conservador jefe
del museo y comisario de la exposición.
La muestra, que abarca desde finales del XIX hasta la década de
los 30 del siglo XX, permite observar las estrechas vinculaciones e
intercambio de influencias entre artistas que pueden parecer tan
diversos como Renoir y Matisse, Degas y Picasso o Bonnard y
Morandoi. Patrocinada por la Fundación Caja Madrid, que ha aportado
140 millones de pesetas, la exposición constituye una cita obligada
para los interesados en el arte que podrán apreciar esculturas,
óleos, acuarelas y dibujos procedentes de hasta treinta museos y
colecciones particulares de todo el mundo.
Este ambicioso proyecto propone no solo la contemplación de las
magníficas obras, sino aportar un punto de vista diferente del
establecido por la crítica y la historia del arte que entienden
clasicismo y modernidad como dos términos antitéticos, «cuando un
aspecto esencial de ese clasicismo de finales del XII y principios
del XX está íntimamente asociado al arte moderno», apuntó.
La exposición, abierta hasta el 13 de enero, finaliza con «La
metamorfosis, la danza y la línea», en que se muestra como en la
década de 1930 se produce en la obra de Matisse y en la de Picasso
el alejamiento definitivo del clasicismo formal. Esta misma sala
exhibe la escultura «Bailarina despeinada» de Julio González, que
se ve por primera vez en España.
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