EFE-FRANKFURT La Feria del Libro de Frankfurt, la más grande del mundo en el sector, se inaugura esta tarde en medio de la inquietud producida por la situación internacional que con seguridad hará de la edición de este año diferente de las anteriores. Aunque, tras los atentados, por un momento se discutió la posibilidad de cancelar la Feria, para la que se esperan cerca de 300.000 visitantes, el director, Lorenzo Rudolf, apuntó ayer que el hecho mismo de llevarla a cabo es una muestra de que «el mundo editorial no se deja doblegar por el terrorismo».

Las medidas de seguridad para este año se han redoblado y, a diferencia de ocasiones anteriores, habrá registros en la entrada y se ha recomendado a los expositores que comuniquen al personal de seguridad todo objeto sospechoso que observen. Asimismo, se cuenta que, después de las represalias de Estados Unidos contra Afganistán, algunas editoriales y algunos escritores aprovechen la Feria para tomar una posición al respecto y no se descarta que se den también algunas manifestaciones de protesta.

La fiestas que algunas editoriales suelen organizar durante la Feria disminuirán este año. «No tendremos una Feria festiva. Eso estaría fuera de lugar. La Feria este año será más bien reflexiva», ha señalado Rudolf. Tras los atentados, menos de 30 de las 800 editoriales estadounidenses que se esperaban han cancelado su participación.

Al margen de la situación política, la Feria de este año será también diferente en cuanto a la distribución espacial puesto que se han realizado una serie de reformas de estructura con el propósito de que los caminos que tienen que recorrer los visitantes sean más cortos que en el pasado en que podían ser muy largos e incómodos.