Tras el éxito logrado en la primera jornada del festival «Un món de
músiques» celebrada en el parque Reina Sofía, los aficionados a las
músicas tradicionales se aprestaron en la noche del pasado sábado a
vivir otra intensa velada en Eivissa con un cartel que prometía
calidad de antemano, compuesto por Sainkho, Kepa Junkera y Mau Mau.
Llegada desde la región de Tuva, en Mongolia, Sainkho Namtchylak
destiló auténtica poesía sonora en su participación en el festival.
Dotada de una magnífica voz y heredera de la tradición del canto
Khoomei, Sainkho ha arriesgado al fusionarlo con la electrónica, un
experimento que, por lo visto en Eivissa, funciona a la perfección.
Sainkho, de este modo, se convirtió en la propuesta más interesante
vista en «Un món de músiques», aunque algún desaprensivo no supo
entender su arte y a punto estuvo de arruinar la velada con gritos
fuera de tono.
Pero la verdadera estrella de la noche, vista la reacción del
público, fue el vasco Kepa Junkera, quien desde el principio,
saludando en euskera, catalán y castellano, se puso al respetable
en el bolsillo. Aunque lo que sucedió a continuación superó todas
las expectativas. Junkera, con su trikitixa (acordeón diatónico)
parecía sentirse cómodo en Eivissa y ofreció un recital de los que
tardan en olvidarse.
Junkera y sus magníficos músicos -con una mención especial para
Igor Otxoa y Harkatiz Martínez, prodigiosos con la txalaparta
(instrumento de percusión tradicional vasco)- destilaron simpatía y
buen hacer hasta el punto de que la actuación se alargó con un
estupendo bis en el que Junkera pidió la colaboración de cuatro
niños para tocar las maracas entre los aplausos y los gritos del
público.
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