Una actividad revalorizada con el paso del tiempo. Foto: ANDRÉ VILLERS

Con motivo de la inauguración de la exposición «Cerámicas de Picasso» en Sòller, su comisaria, Dolores Durán, señaló que el artista malagueño comenzó a cultivar esta técnica en plena madurez artística. De hecho, fue en 1946 cuando el pintor, que se encontraba en Vallauris, al sur de Francia, fue animado por unos amigos a visitar el taller ceramista de Suzanne y George Ramié. «Allí hizo unas pruebas con cerámica y parece que, de momento, se olvidó. Pero como era un hombre inquieto aquello debió de seguir rondándole en la cabeza porque, al año siguiente, volvió al taller y ya se puso a trabajar sin cesar», dijo entonces la comisaria.

El próximo martes, el público de Eivissa podrá disfrutar de algunas de las piezas cerámicas que elaboró Picasso a lo largo de su vida. Los fondos, propiedad de la Fundació d'Art Serra, llegarán a la Sala de Cultura de «Sa Nostra» en una exposición que ha contado con la colaboración del Consell Insular. Picasso comenzó a cultivar la cerámica y el esmalte en superficies planas, pero éstas se le quedaron cortas y decidió comenzar a explorar la tridimensionalidad, una práctica que ya no abandonaría. Entre los temas más recurrentes utilizados por Picasso en sus cerámicas se encuentra el de la tauromaquia. De hecho, la colección propiedad de Pere A. Serra cuenta con la serie de ocho platos que, bajo el título de «La corrida de las manchas», ilustra diversos momentos de la llamada fiesta nacional.

La colección que se exhibirá en «Sa Nostra» hasta el próximo día 30 de octubre es una inmejorable ocasión para apreciar el genio de Picasso en una superficie inusual y que durante mucho tiempo fue considerada como un arte menor, aunque en los últimos años estas creaciones han alcanzado un lugar preponderante al analizar la figura del pintor. Actualmente se exhiben en España piezas de cerámica de Picasso en el Museo de Barcelona que lleva el nombre del pintor, el de Cerámica de Barcelona, en el Museo Nacional de Cerámica de VAlencia y en la localidad madrileña de Buitrago de Lozoya, pero en todos estos casos las obras son escasas.