El pintor mallorquín Ñaco Fabré con algunas de las obras que ha presentado el pasado junio en Palma.

A partir de las ocho de esta tarde, Ñaco Fabré inaugura en la galería Van der Voort una exposición en la que ha reunido 15 obras recientes de formado mediano y grande. Esta es la segunda ocasión en la que el pintor mallorquín (Premi Ciutat de Palma 2001) expone en la galería de Plaça de Vila, y la tercera en Eivissa. La otra fue en 1991 en la Sala de Cultura de «Sa Nostra». Enmarcado dentro de una línea estética conocida como «abstracción lírica», Fabré explicó ayer a Ultima Hora Ibiza y Formentera que sigue investigando «en la búsqueda de un lenguaje propio, dentro de la abstracción pura, pero jugando con campos cromáticos y de acción; mezclado por una parte el lado más gestual, informal, y por otra, el lado más geométrico o mental».

Sobre la relación arte-premios, apuntó que «soy de la opinión que, sobre todo la época de formación, no cuesta nada irse presentando a algunos, siempre que sea con un jurado de criterio reconocido, como es el caso del Ciutat de Palma. A nivel nacional, suelo mandar algo una o dos veces al año; y al ser en tu ciudad, lo normal es llevar un cuadro al premio más importante, junto con la gente que está en lo mismo».

Ñaco Fabré no cree que Mallorca sea una «marca registrada» en la pintura de vanguardia. «Quizás alguien lo piense, pero no es mi caso. Creo que todos estamos llamados a salir fuera y ver todo lo que podamos en el exterior; tener una concepción universal del arte. Sería absurdo tener éxito local y dedicarte sólo a ello». «Lo que sí es cierto es que en Mallorca hay tradición de grandes artistas que se han instalado en la isla: Brotto, Sicilia, Manzano, Barceló... Eso siempre crea un optimismo, en el sentido de que se puede vivir de esto y tiene sentido hoy día trabajar en el arte. A este nivel, la isla se encuentra en muy buen momento, desde luego», reconoció.

De todas formas, el artista mallorquín no se reconoce como un pintor mediterráneo. «Algunas veces me han comentado precisamente lo contrario, llegando alguno a preguntarme si era nórdico». «Será por eso que te dije antes, que mi visión es mucho más amplia y abierta; me da igual pintar en Algeciras que en Canada. Es probable que al principio, personalmente, en lo físico, notara el cambio, claro, pero no sería consciente a primera vista de que afectará a mi pintura. De hecho, he trabajado en Bélgica varios veranos y no he notado ninguna influencia del entorno en mi obra. Creo más bien que el taller es mental y lo llevas puesto estés donde estés».