Siguiendo ya una tradición más o menos habitual entre algunos de
los pintores veteranos de la isla, Antoni Pomar volvió a presentar
en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» su «cosecha» de estos dos
últimos años. Y como de costumbre, numerosos amigos, aficionados al
arte y curiosos en general, se dieron cita ayer en el centro de la
calle Aragón para admirar los 36 cuadros que conforman una
exposición que estará abierta al público hasta el día 26.
A sus 73 años, Pomar aún se siente «con ganas de pintar, que es
lo fundamental». En cuanto a la salud, «digamos que controlada,
aunque uno siempre tiene cositas, claro», apuntó ayer a este
periódico. La muestra reúne «el trabajo de estos dos últimos años;
aunque hay alguna pieza antigua; como este estudio de carboncillo
con el que saqué el número dos de las oposiciones en 1972». «Los
exámenes duraban un mes; en mi caso, era para modelado, pero te
exigían también trabajos de dibujo y composición; éste en concreto,
tiene doce sesiones de tres hora cada una».
A pesar de estar jubilado como profesor, Pomar suele pintar
regularmente. «A veces puedo dejarlo un mes, para organizar cosas,
buscar temas y tal; pero pinto casi cada día». «En cuanto a la
hora, depende de la época; en verano prefiero a primera hora de la
mañana, porque luego aprieta mucho el sol; aunque no sigo normas
fijas».
Pintor de factura clásica, sigue buscando sus temas al aire
libre. «No agoto la isla como inspiración, pero no es fácil
encontrar los motivos que me interesan». «A veces te haces una idea
para un cuadro, vas fuera y recibes un impacto contradictorio entre
lo que ves y lo que llevas dentro. Lo que procuro es buscar el
equilibro entre dos impactos que a veces se oponen y otras se
complementan», explicó.
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