La noche del pasado sábado será sin duda recordada por los amantes
del jazz como una de las mejores vividas en la Mostra que celebra
el Injuve en la isla. El cuarteto del saxofonista norteamericano
Branford Marsalis ofreció algo más de hora y media de concierto y
mereció una de las mayores ovaciones que se recuerdan en la
historia reciente del festival. Previamente a la salida al
escenario de Marsalis y sus tres compañeros, el trío del pianista
Abe Rábade ratificó en Eivissa el segundo premio obtenido en el
festival internacional de Getxo del pasado año. Excepcional
virtuoso, el pianista y su conjunto fueron la mejor antesala para
el final de la Mostra con una actuación soberbia y que confirma a
Rábade como uno de los más sólidos valores futuros del jazz
nacional.
Finalizado este concierto, el público, que desbordó el aforo del
parque Reina Sofia, esperaba con impaciencia a la estrella de la
noche. Y Marsalis no quiso defraudar. Al llegar al escenario, y
tras unos breves comentarios entre los músicos, el saxofonista se
dirigió a los asistentes con un escueto: «Hola, que tal. Hello.
Nice to see you», y presentó a Joey Calderazzo (piano), Eric Revis
(contrabajo) y Jeff 'Tain' Watts (batería). La máquina jazzística
se puso a funcionar a toda velocidad con un inicio arrollador en el
que se intuía que Marsalis no pensaba plantear un recital
'fácil'.
Y así fue. Alternando el saxo tenor y el soprano, Marsalis
lideró a su cuarteto retirándose al fondo del escenario para que
Calderazzo, Revis y Watts cobraran el protagonismo que merecen
músicos de su talla. De hecho, el batería rivalizó en el papel
protagonista con el saxofonista. Sus impresionantes solos fueron de
los más aplaudidos de la noche. Los minutos iban pasando y la
locomotora que el cuarteto había puesto en marcha no se detenía.
Cambios de compás, bromas musicales, falsos finales... Branford
escuchaba con atención cada uno de los solos protagonizados por sus
compañeros desde el fondo del escenario y regresaba al frente para
ofrecer, según correspondiera, profundas notas llenas de suavidad y
lirismo o auténticas descargas sonoras herederas del mejor hard
bop.
Tras una hora sobre el escenario el cuarteto se despidió, aunque
tuvo que volver a él requerido por los aplausos del público, que se
resistía a dejar que el concierto finalizara. Como postre, ofreció
el standard «Autumm Leaves», del que exprimió la armonía para volar
alto. Y siguió subiendo con la última pieza, firmado por Watts, con
el que terminó, esta vez sí, su presencia en Eivissa. Y lo hizo
divirtiéndose, con constantes cambios de ritmo e incluyendo unos
acordes de la sintonía de «Popeye». Ovación en pie del público,
sonrisas entre el cuarteto. Una noche para el recuerdo.
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