El pintor alemán Erwin Bechtold.

«Siempre he usado el color para aumentar la tensión de la obra, pero la novedad en lo que hago ahora es que cada cuadro tiene un color monocromo de fondo». Con estas palabras, Erwin Bechtold explicó a Ultima Hora Ibiza y Formentera el principal cambio que refleja su obra reciente, una muestra de la cual expone hasta mediados de septiembre en la galería Barcelona de la Ciudad Condal. En la inauguración, se presentó el libro «Señas en el espacio», dedicado al trabajo creativo de este pintor alemán (uno de los fundadores del «Grupo Ibiza 59»), con textos críticos de Juan Manuel Bonet, director del Centro Reina Sofía de Madrid, y Lothar Romain, director del centro de Bellas Artes de Berlín.

Sobre el nuevo rumbo cromático de sus últimas creaciones, Bechtold señaló que «es un paso que me ha cogido de repente. Nunca sabes por qué se produce, pero la gracia del arte es que sea cada vez una aventura». Una aventura en la que parece que trabaja más que nunca. «Sí, porque a mi edad escapas ya de muchas cosas cotidianas propias de la juventud: viajamos relativamente menos, se bebe menos, hay menos mujeres y chicas... Es decir, descanso más, y el resto del tiempo lo dedico totalmente a la pintura».

Así, su agenda de compromisos la tiene bastante ocupada: «En septiembre presentó en Düsseldorf una exposición de obra gráfica, más pruebas para cuadros grandes, que tienen colores intensos, azules, rojos, ocres... tonos muy vivos, pero dentro de mi mundo, digamos. El año que viene tendré otra más importante en Colonia, en la galería PCC, una sociedad que aglutina a todos los partidos políticos. Será una exposición más amplia. También es probable que el próximo verano exponga en la Van der Voort; y otros proyectos de los que prefiero no hablar aún», enumeró.

En cuanto a «Señas en el espacio», el nuevo libro sobre su trabajo, está ilustrado con una muestra antológica de sus obras más los textos críticos aludidos. El de Lothar Romain recuerda la evolución artística de Bechtold, desde la huida «de la estrechez espiritual de la posguerra, muy provinciana en aquella época en Colonia, para marchar a París», donde fue discípulo de Fernand Leger. Más tarde, sus años en Barcelona, de gran intensidad profesional y vital para el artista, hasta instalarse en 1958 en Eivissa. «Aunque el arte de Erwin Bechtold renuncia a cualquier reflejo inmediato de la realidad, este pintor sigue siendo un artista comprometido. Arte significa para él un campo con leyes propias y exclusivas, pero aún así inevitablemente marcado por las condiciones de nuestra vida», añadió Romain en su texto del volumen, titulado «Un gran acto de equilibrio».