Una exposición antológica recrea desde ayer en Roma, a través de más de 400 obras y objetos, el colorista mundo del futurismo, corriente artística y de pensamiento que desde Italia contribuyó a modelar la estética del siglo XX. La muestra recorre treinta y cinco años de invenciones e innovaciones, los que van de 1909 a 1944, dos fechas claves ligadas al devenir del principal mentor de esta tendencia, el poeta y escritor Filippo Tommasi Marinetti. En 1909 Marinetti dio vida al movimiento, llamado a ocupar un espacio de impulso y creación en el vertiginoso sucederse de las vanguardias, con la publicación en el «Figaro» de París del primer manifiesto futurista.

«Futurismo 1909-1944» ilustra la génesis y el desarrollo de un movimiento original de gran proyección europea, basado en el rechazo del pensamiento académico y del culto al pasado y en la exaltación de las claves del mundo moderno que despuntaba a comienzos del siglo XX: el dinamismo, la velocidad y el maquinismo. Los futuristas estaban convencidos, como puede contemplarse en la exposición abierta en el Palacio de Exposiciones de Roma, que un bólido de carreras era notoriamente más bello que la canónica Victoria de Samotracia.

Y de esta convicción partían sus osadas propuestas que, a través de un colorido universo estético, recorrieron la pintura, la escultura, la poesía, la música, el cine, el teatro y la entonces balbuceante publicidad, que tanto le debe. La calle, la fábrica, el vértigo vital y también la violencia fueron sus referentes inmediatos, los arquetipos que inspiran las obras de Severini, Funi, Balla, Boccioni, Sironi o Carra expuestas ahora en la capital italiana, muchas de ellas llegadas desde museos y colecciones privadas de Europa y EEUU.