El profesor y crítico musical de este periódico, Pedro Echarte, ofrecerá a las ocho y media de esta tarde en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» una conferencia sobre la vida y la obra de Arnold Schönberg, que estará ilustrada con la audición de fragmentos de composiciones del padre del dodecafonismo. La razón de la misma es la conmemoración del quincuagésimo aniversario de la muerte del músico alemán, que se cumple el próximo 13 de julio. «Su vigencia es fundamental, pues ha sido uno de los compositores más importantes del siglo XX, en cuanto al valor intrínseco de su obra, y una de las principales influencias en la formación del lenguaje musical», según explicó el conferenciante.

Discípulos directos de Schönberg fueron «otros dos grandes maestros del siglo, Alban Berg y Anton Webern. Los tres engloban lo que se conoce como la segunda Escuela de Viena, en referencia a la primera, formada por Mozart, Haydn, Beethoven y Schubert; o sea, los compositores del clasicismo vienés». El maestro alemán es el padre del dodecafonismo, que desarrolló sobre todo a principio de los años veinte, «aunque pasó por varias etapas creativas», precisó Echarte. «Antes ya practicaba el atonalismo, es decir, había dejado de lado la tonalidad; pero después de la Primera Guerra Mundial surgió un deseo en todos los campos por racionalizar el arte como rechazo del romanticismo tardío, que todavía estaba vigente, porque se pensaba que aquello había sido una catástrofe totalmente irracional». «En el caso de Schönberg este deseo se manifiesta como una manera de dotar al atonalismo de propias reglas de organización, que en eso consiste realmente el dodecafonismo, un sistema para trabajar con la música atonal dotándola de unas nuevas reglas de juegos».

Sin embargo, y a pesar de haber entrado ya en el siglo XXI, la música dodecafónica no ha conseguido ser tan aceptada y asimilada por el gran público como lo es la música tonal tradicional. «Puede que no haya sido muy popular, pero gran parte de la creación que se ha hecho en música durante todo el siglo XX es fundamentalmente atonal», reconoció Echarte, quien equiparó esta música con lo que en pintura supuso el movimiento abstracto. «La aceptación en música parece ser que es más lenta que la pintura, pero a la larga los caminos van por ahí». Tal convencimiento ha sido uno de los acicates que Echarte ha sentido para dar esta conferencia: «Porque le admiro desde mi época de estudiante y me doy cuenta de que su música, por desgracia, no está muy difundida entre los aficionados».

Sobre la importancia que para la evolución de la música del siglo XX tuvo la obra del prestigioso músico alemán, valga también la opinión del reconocido crítico italiano Riccardo Malipiero: Schönberg fue una figura de enorme grandeza, profética quizás más que realizadora, indispensable para la historia de la música y de una actualidad difícilmente comparable: aportó la idea de la sinceridad expresiva tras la decadencia del último Romanticismo, que la había cubierto con todas las hipocresías morales propuestas por la burguesía victoriana, abocada a un mundo político-social que no ha encontrado, todavía hoy, una definitiva sistematización civil».