Hacía 25 años que Miguel García López no presentaba en público sus
creaciones. Ayer lo hizo con una respuesta entusiasta por parte de
aficionados y amigos que acudieron en gran número a la inauguración
de su exposición «Latidos de geometría» en la Sala de Cultura de
«Sa Nostra». La muestra, con 29 cuadros (o «escultopinturas», como
prefiere llamarlos su autor) y dos esculturas, permanecerá abierta
al público hasta el próximo 9 de junio.
Un trabajo paciente y delicado alrededor de formas geométricas
simples conforman una exposición en la que más que la labor técnica
en sí tiene prioridad el esqueleto. «Lo que más me atraía era la
estructura con cierto relieve, y darle las dimensiones que la
imaginación me iba sugiriendo», explicó a este periódico García
López, artista autodidacta y médico de profesión hasta hace cuatro
años. «Me cansé de la medicina que se hace hoy porque para mí
adolece del factor humano. En parte he encontrado una terapia en el
arte, ahora con mayor dedicación que antes».
En cuanto al proceso que sigue en sus creaciones, «es algo que
no sabes muy bien qué es primero, si el concepto, la idea, o el
sentimiento», apuntó. «Creo que es una mezcla de ambas cosas;
conforme voy trabajando me sale una estructura que me gusta o no, y
a partir de ahí voy montando la obra, la voy encontrando,
digamos».
Parece de acuerdo el artista en admitir el carácter orientalista
de sus obras. «Sí, es posible que tenga connotacione, porque
siempre me ha atraído mucho la arquitectura arabigo-andaluza, pero
sin la complejidad de aquellos arquitectos, que eran unos sabios».
Asimismo, le parece oportuno a Miguel García López el adjetivo de
poético. «Esa ha sido al menos mi intención, humanizar la
geometría, que es muy bella pero más bien fría. De ahí el título
que le he puesto a la exposición, 'Latidos de la geometría'; darle
un hálito de vida, esos latidos que conectan también con el mundo
de la medicina».
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