Que Barcelona marcaba la diferencia con el franquismo en los años
60, se ve claramente en la exposición fotográfica «Gauche divine»,
que hasta el 14 de enero puede verse en el Palau de la Virreina de
Barcelona. A través de las imágenes de Colita, Oriol Maspons y
Xavier Miserachs el espectador puede hacerse una idea bastante
justa de lo que fue aquel movimiento artístico y lúdico, que
aglutinó a artistas, filósofos, diseñadores, escritores, poetas,
cineastas, cantantes, arquitectos... que utilizaron la frivolidad,
la imagen y la alegría de vivir como arma arrojadiza contra la
España negra de la época.
El movimiento recaló en Eivissa en 1967 en uno de los viajes que
organizaba la discoteca Bocaccio (punto de encuentro del grupo),
aunque el comportamiento de estos turistas atípicos fue más bien
problemático, como cuenta José Miguel Romero en su libro «Crónicas
de unas islas». Las autoridades de la época, escandalizadas por sus
excesos, les hicieron salir por piernas.
Aunque a la isla no vinieron todos, en la relación de los
nombres que integraban la «Gauche divine» figuran algunos de los
personajes más influyentes en la cultura catalana desde hace
tiempo. Desde el arquitecto Ricardo Bofill hasta el poeta Jaime Gil
de Biedma, pasando por el pintor Ràfols Casamada, el filósofo
Eugenio Trías, Terenci Moix, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo,
Antonio de Senillosa o Rosa Regàs. Una nomina de primera, unida por
una actitud ante la vida y ante sus actividades profesionales que
se plasmó en algo lúdico, en un intento de vivir en libertad y de
romper con los corsés y atavismos opresores de una dictadura que ya
empezaba a aflojar su puño férreo en algunas zonas más
reivindicativas, como fue el caso de la capital catalana.
Los años de mayor esplendor fueron los de la segunda mitad de
los 60 y de los primeros 70. Algunos de sus componentes sitúan el
declive del grupo en diciembre de 1970, momento en que se produjo
el encierro de Montserrat en contra de las penas de muerte del
conocido como Proceso de Burgos.
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