No siempre ha sido una carrera universitaria ni un negocio boyante. Los primeros boticarios de Eivissa, que datan de la Edad Media, no se conformaban con vender medicamentos, sino que tenían el monopolio de las candelas y de las especias. Posteriormente, era difícil encontrar boticarios. «La peste de 1652, que dejó a Eivissa sin médicos, marca un punto de inflexión con la baja de boticarios», según se recoge en el capítulo dedicado a «Apotecaris de les Pitiüses» del investigador Joan Planells Ripoll, que recopila el libro «La Farmàcia a les Illes Balears».

La publicación fue presentada ayer en Extensión Universitaria de Eivissa con motivo de los actos conmemorativos del centenario del Col.legi Oficial de Farmaceùtics de les Illes Balears. En el libro se recuerda que Eivissa tuvo sólo un boticario durante ocho años: Francesc Carreres. «Hasta 1672 ningún ibicenco obtendrá el título de maestro en esta profesión», señala. La Universitat contrata al valenciano Jeroni Mur. Eivissa se volvió a quedar sin farmaceútico en 1686, pero ese mismo año se traslada Jordi Planells Salvà, nieto de ibicenco, desde Denia.

En el libro se menciona a dinastias, como Joan Carreres Joan, Joan Soler Joan, Francesc Ferrer Soler y Joan Tur Guasch Boto y otras posteriores, ya en el XIX, con los Calbet, Puget y Tur Solaies. Planells recuerda que «desde los tiempos de los apotecaris/pastissers hasta la época de los farmaceúticos universitarios, alrededor de 120 personas se han ganado o ganan la vida suministrando remedios contra las enfermedades». El vicepresidente del Col.legi y presidente de la comisión organizadora del centenario, Pedro Fornés, destacó ayer «que el farmacéutico no sólo dispensa medicamentos, sino que está al servicio del pueblo».