Antonio Canales debuta como actor en el papel protagonista de «Vengo», una película que narra la historia de dos familias gitanas enfrentadas por una deuda de sangre, en cuyo rodaje el coreógrafo y bailarín ha descubierto que si «el flamenco es la expresión del alma, el cine es el sentimiento contenido».

«Vengo», un filme del realizador francés Tony Gaftlif, ha supuesto para el bailarín «una experiencia dura y a la vez maravillosa», en la que se ha «dejado la piel, algo que termina pasando factura, física y mentalmente», afirmó. Tony Gaftlif («Les Princes») ha sido el encargado de poner ante la cámara a Canales, quien define al director de «Vengo» como «un profesional que delata si vales o no, y sin el cual realizar este trabajo me hubiera costado mucho». La historia de «Vengo», escrita por Tony Gaflif en colaboración con el director y guionista David Trueba, se desarrolla en los pueblos del sur de Andalucía, testigos de las disputas que mantienen dos familias gitanas en las que el valor del honor está muy arraigado. Canales da vida al patriarca de una de estas familias, Caco, un andaluz a quien el suicidio de su hija le ha sumido en un profundo estado de depresión que tan sólo logra superar ayudado por el alcohol.

«Mi personaje, un hombre acostumbrado a vivir bien, siempre ha huido de momentos amargos y cruciales de su vida como la muerte de su hija, y esto llega en un momento a atormentarle, por eso decide volver a sus orígenes con la única ilusión de acudir a la iglesia para rezar». La vida de Caco no es fácil. Este gitano no sólo tiene que enfrentarse al recuerdo de la joven y a los fantasmas del pasado, sino que debe hacer frente a los del presente, encarnados en el clan de los Caravaca, que quiere vengar como sea el asesinato de uno de sus miembros.