Iturralde demostró en Eivissa por qué es uno de los nombres históricos del jazz español. Foto: K.T.

La Mostra de Jazz 2000 vivió el pasado miércoles una de aquellas veladas que quedan grabadas en el recuerdo. El saxofonista navarro Pedro Iturralde desplegó sus largos años de experiencia sobre el escenario del parque Reina Sofía y el público asistente se retiró, una vez finalizado el concierto, con la impresión de haber asistido a una gran actuación.

Previamente, el grupo madrileño Tres Hombres había caldeado el ambiente con su contundente Rythm 'n' Blues ante un auditorio que no superaba la mitad del aforo al inicio de la actuación, aunque el parque Reina Sofía fue llenándose paulatinamente así como iba acercándose la hora en la que Iturralde debía salir a escena. Un clarinete sobre una silla esperaba la aparición del músico, quien salió a escena abrigado con una ligera chaqueta que no tardó mucho tiempo en abandonar en un rincón. Tras presentarse brevemente, el trío que le acompañaba (contrabajo, piano y batería) inició las notas de la «Suite Helénica», larga pieza, casi sinfónica, que evidencia la dirección que ha tomado la música del saxofonista.

A continuación, Iturralde se ganó a la gran mayoría del auditorio con una apasionada versión del tema de Pau Casals «El cant dels ocells», el cual inició con el clarinete durante un comienzo intimista y continuó con el saxofón cuando la banda al completo alzó el vuelo. Si en aquel momento del concierto alguien no se había rendido a la maestría de Iturralde debió hacerlo sin duda con la tercera pieza del repertorio. «Esta petición estaba fuera de programa, pero la atención del público me ha animado a incluirla. Es una pieza francesa muy delicada y me gusta tocarla como si la estuviera cantando», introdujo el músico. Del clarinete brotó entonces, de un modo suave, la introducción de «Las hojas muertas», que permitió una de las grandes ovaciones de la noche.