Ha sido una mala semana para el mundo del cine. Tras el fallecimiento el pasado jueves de Vittorio Gassman, un infarto acabó ayer con la vida del actor estadounidense Walter Matthau, de 79 años y ganador de un Oscar, poco después de ser ingresado en un hospital de Santa Mónica (California).

Matthau fue un carismático actor de comedias que, muy a menudo, representó papeles de excéntrico malvado o de hombre agobiado por la vida, siempre enfadado, pero capaz de mostrar su ternura en situaciones límite, y que en su vida fue tan singular como muchos de sus personajes de la gran pantalla. Ganó un premio de la Academia de las Artes Cinematográficas de Hollywood por su interpretación en la película «The Cookie Fortune» (En bandeja de plata, 1966), junto a Jack Lemmon, con quien formó una de las parejas cómicas más famosas y populares de la historia del cine.

Matthau, que en realidad se llamaba Walter Matuchanskayasky y era hijo de un familia de inmigrantes judíos rusos, nació el 1 de octubre de 1920 en Nueva York, mostró su talento dramático desde muy niño, pues a los 7 años ya leía a Shakespeare y recitaba poemas. Terminó sus estudios superiores en el Seward Park Highschool y asistió a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y después desempeñó diversas ocupaciones como entrenador de boxeo para policías, profesor de gimnasia o guarda forestal en Montana. Durante la II Guerra Mundial, Matthau se enroló en la Fuerza Aérea de EE UU sirviendo como oficial de radio y a su conclusión se matriculó en la Nueva Escuela de Arte Dramático de Nueva York, donde tuvo compañeros como Rod Steiger y Tony Curtis.