Antoni Tur Riera, «Sendic», experto en carros tradicionales, durante la clausura de los cursos, ayer, en «Sa Nostra». Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

«Hoy día son sobre todo un símbolo del pasado que se mantiene para fiestas especiales; aunque aún se usan en las labores del campo, pero cada vez menos». Con estas palabras resumió Antonio Tur Riera, Sendic, el presente de un medio de transporte, el carro, muy ligado a estas islas, tema de la conferencia que ayer clausuró en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» el Segon Curs de Cultura Popular de les Illes Pitiüses, que organiza esta entidad de ahorro y coordina Joan-Albert Ribas.

Piloto de la Marina Mercante, miembro de la directiva de la Federació de Colles de Ball Pagès d'Eivissa i Formentera y restaurador de carros antiguos, Sendic inició su charla haciendo un somero repaso de la historia de los carros en Eivissa, sobre cómo eran los primeros ejemplares y señalando la época de su máximo esplendor, desde mediados del siglo XIX hasta la mitad del XX. «Carros hubieron desde siempre, pero su difusión a nivel popular fue en esa época, porque antes los caminos no estaban preparados para ellos y lo normal era que la gente utilizara un burrito o una mula», explicó.

Los primeros carros que se utilizaron en Eivissa fueron los de calaix, en los que una caja de madera servía de recipiente para transportar todo tipo de materiales; más tarde apareció el de barana, con barrotes, «un todo terreno para cargar lo que fuera», apuntó Tur Riera. Pero, «como pasa hoy día con los coches, los carros también eran un símbolo de ostentación. Una casa rica tenían más carros o más tipos de carros; de trabajo, y de paseo». «Las casas que podían permitírselo compraban un carretó de moll, que era el Mercedes de la época, sólo servía para pasear, tenían asientos tapizados y un toldo plegable. Se llamaba de moll porque encima de la ruedas, bajo la caja, llevaba unas ballestas que amortiguaban los golpes del camino». En la actualidad, la presencia de los carros ha quedado relegada a fiestas especiales, como la que le dedica la del Primer de Maig en Santa Eulària, en la que siempre participa Sendic, la de es Canar o las de Sant Jordi. «Gracias a estas fiestas se les mantiene en forma, se les arregla y quedan como un recuerdo y un símbolo de tiempos pasados».