El Museu Monogràfic del Puig des Molins se enfrenta, a partir del
próximo martes, al que debe ser el último cierre de sus puertas
antes de la reinauguración definitiva del centro. Esta clausura
incluirá también la de la necrópolis. El plazo de entrega previsto
para esta fase de las obras es de ocho meses y serán enlazadas con
las que deben dar forma al nuevo Museu Monogràfic.
La reforma y adecuación de las salas de esta institución,
concedidas a la empresa Comsa por el Ministerio de Educación y
Cultura por un importe de 53 millones de pesetas, incluyen la
sustitución de las conducciones de agua para evitar humedades, el
cambio del suelo y la instalación de un sistema eléctrico
nuevo.
Según Jordi Fernández, director del Museu Monogràfic, el hecho
de que este inmueble esté enclavado en la roca facilita los
problemas de humedad, los cuales son los causantes de la mayoría de
los problemas que sufre el edificio. Para solucionarlos, serán
sustituidas las cubiertas del museo, que hasta ahora eran de
madera, por otras metálicas que aislarán la humedad.
«Es una obra muy ambiciosa», señaló el director, para añadir que
estas reformas redefinirán, una vez finalizadas, el funcionamiento
del museo.
El futuro Museu Monogràfic contará con una sala menos dedicada a
exposición, la cual pasará a convertirse en un espacio para
conferencias. Pero, sin embargo, el contar con una sala menos no
influirá en el espacio dedicado a mostrar las piezas. «La reforma
nos permitirá contar con más metros lineales de pared, por lo que
las nuevas vitrinas podrán albergar el mismo número de objetos»,
apuntó Fernández.
Otro de los cambios será el de la instalación de los almacenes
en la planta baja, lo cual facilitará el traslado de piezas, y la
creación de un área interna de trabajo, una sección importante,
según el director, ya que hasta que no finalicen las obras en el
Castillo se podrá continuar trabajando.
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