Esta semana, un equipo de Ultima Hora ha podido comprobar ‘in situ' la actividad de estos grupos de incívicos conductores temerarios y la gran afluencia de participantes y aficionados.
Su actividad comienza en torno a las 22 horas. Los participantes, la gran mayoría jóvenes, se concentran en las inmediaciones de la conocida cruz de Caimari. En las imágenes captadas por un cámara de este periódico, puede apreciarse a una veintena de personas en el punto de encuentro esperando al resto. Una vez que llegan todos los integrantes del grupo a esa posición, arrancan las primeras carreras ilegales. El primer tramo que realizan es la recta que une Selva y Caimari, en la Ma-2130.
A partir de ahí, las motos y coches que participan en estas carreras clandestinas comienzan los tramos de ascenso y descenso de montaña, con el extremado riesgo que ello representa. El trasiego de personas y de vehículos es mayúsculo y va en aumento a medida que avanzan las horas. El ruido es ensordecedor y decenas de motocicletas de gran cilindrada y de coches, muchos de ellos modificados, se ‘pican' entre ellos. Existe dos modalidades de competición ilegal.
La primera y más frecuente está basada en el cronometraje. En la línea de salida se baja la bandera y a su paso por la línea de meta se obtiene el cronometraje. La segunda modalidad es menos frecuente, pero también se tiene constancia de que algunos de los temerarios conductores la practican, especialmente motos. Se colocan dos participantes en línea de salida y se proclama vencedor el primero que alcance la meta. Todo ello, con la carretera abierta al tráfico y el grave riesgo para los demás usuarios de la vía.
De repente, todo se detiene. Las motos y coches dejan de circular a toda velocidad y se hace el silencio en la Serra. Unos 8 minutos más tarde, aparece un coche de la Guardia Civil de Tráfico. Los ‘aguadores' que están ubicados en Selva y Caimari han hecho bien su trabajo. A las dos de la madrugada, se da la competición por finalizada.
El tramo recto ubicado entre Caimari y Selva, en la Ma-2130, se ha convertido en una auténtica pesadilla para los vecinos y usuarios de la vía pública. Las motocicletas, de gran cilindrada, y los coches adaptados que participan en las carreras ilegales y clandestinas circulan a velocidades que superan en algunos casos los 130 o 150 kilómetros por hora. Los residentes critican también la «sospechosa desidia» de la Guardia Civil entorno a este problema, y ponen varios casos concretos que los señalan.
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