Las reclamaciones de clientes insatisfechos están a la orden del día en el sector turístico. Hoteles y turoperadores son la diana de muchas quejas, algunas justificadas y otras menos, pero todas con el mismo objetivo: recibir algún tipo de compensación tras una mala experiencia.
El diario alemán Sueddeutsche Zeitung se ha recordado estos días el caso de un turista alemán que llevó a juicio a su operador turístico porque el sexo que tuvo durante sus vacaciones en Menorca no fue satisfactorio. El encargado de analizar el caso fue el tribunal de distrito de Mönchengladbach, que acabó desestimando el caso tras firmar un fallo insólito por su argumentación que todavía hoy es recordado con humor.
El demandante había pasado dos semanas en Menorca en régimen de todo incluido y, según exponía en su denuncia, la habitación del hotel escogido no tenía una cama doble, sino dos camas individuales que no estaban conectadas entre sí. Este hecho, unido a lo resbaladizo del suelo, hacía que las camas se separasen ante cada leve movimiento, lo que entorpecía la actividad sexual con su pareja.
Había alternativas, según el tribunal
El argumento no convenció al tribunal, quien afirmó en la sentencia que «no se trata en absoluto de que el demandante tuviera que pasar sus vacaciones sin la vida íntima a la que tanto aspiraba» y le reprocharon al turista su falta de imaginación buscando alternativas: «Hay variaciones bien conocidas y comunes en la ejecución de las relaciones sexuales que pueden practicarse en una cama individual, y de manera bastante satisfactoria para satisfacción de todos los interesados», exponen en el fallo.
El autor del artículo en el Sueddeutsche Zeitung , experto en tribunales, comenta que el caso tiene algunos años pero resulta inolvidable porque «gira en torno a una de las fabulosas formulaciones que la jurisprudencia alemana ha regalado a la humanidad». También es inolvidable, añade, porque el tribunal de distrito finalmente se dirigió al demandante de manera amistosa.
El demandante presentó una fotografía de las camas, donde se veía que los colchones estaban colocados sobre una estructura estable, aparentemente de metal. Los jueces concluyeron que incluso si las prácticas sexuales del turista requerían de una cama doble firmemente unida «solo habría sido necesaria una cuerda o un cinturón de pantalón» para juntarlas.
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