A la mañana siguiente, la víctima se despertó y no recordaba prácticamente nada de lo sucedido. En ese momento, el presunto agresor se acercó a ella y le dijo que no dijera nada de lo que había sucedido porque no quería que perdiera a su pareja ni él perder la amistad que tenían ambos. Se da la circunstancia de que la denunciante es lesbiana y mantiene una relación estable. Además, no le gustan los chicos y jamás ha tenido relación sentimental o sexual con un hombre. El ahora detenido, era plenamente consciente de ello y aún así, presuntamente, la agredió sexualmente.
La chica, al despertarse también observó que había sangre en las sábanas y que durante diversos días desde que sucedió dicho episodio le dolió la vagina presentando sangrando. La compañera de piso le comentó que durante esa noche había escuchado un golpe y que fue a comprobar su estado pero, aparentemente, todo estaba en orden. También sostiene que en un momento dado, vio al agresor sentado en la cama junto a ella. Unos días más tarde, se derrumbó y decidió contar todo a su pareja y familia. Ella estaba avergonzada y con miedo de que nadie la creyera. Tras acudir a un centro médico, los facultativos localizaron un desgarro longitudinal de grado uno en la cara lateral izquierda de la vagina de cuatro centímetros.
Con todas estas pruebas, la Policía Nacional acudió al domicilio del joven y procedió a su detención. Tras pasar a disposición judicial, de forma incomprensible, el juez de guardia ordenó su puesta en libertad con cargos. La familia ya ha puesto el caso en manos de un abogado para que ejerza la representación de la víctima. La defensa ya trabaja para velar por el cumplimiento de la ley y llegado el momento procesal oportuno solicitar una petición de cárcel por agresión sexual, lesiones, delito de odio y solicitar una indemnización por los daños psicológicos que está padeciendo la víctima.
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