Desde ese momento, la UFAM (Unidad Atención Familia Mujer) de la Policía Nacional activó el protocolo establecido en estos casos y se destinó un coche patrulla con dos agentes de vigilancia y seguridad para la víctima las 24 horas. Desde el día 2 de abril hasta el viernes día 14, la Brigada de Seguridad Ciudadana destinó más de 20 efectivos policiales para proteger a la presunta víctima. Los funcionarios policiales tenían la obligación de estar ubicados en la puerta de la antigua cárcel de Palma donde reside la mujer en calidad de okupa para evitar que su expareja accediera a las instalaciones y pudiera hacerle daño. Tras una revisión inicial del recinto, los policías tomaban posición en la puerta del recinto y siempre que la mujer entraba o salía de su residencia contaba con escolta.
El pasado viernes, en torno a las dos de la madrugada, los agentes escucharon un ruido y gritos en el interior de la cárcel antigua y accedieron con suma celeridad al interior. Una vez allí, les recibió la víctima y les dijo a los policías que todo estaba bien y que se podían marchar de nuevo a su posición. Los agentes sospecharon de dicha versión y decidieron acceder a la habitación. La sorpresa fue mayúscula cuando los policías descubrieron que escondido debajo de un armario de la cocina se encontraba el sospechoso. Acto seguido, se procedió a su detención acusado de un delito de quebrantamiento de medida cautelar y cumpliendo una orden de búsqueda y detención dictada por un juzgado de la capital balear.
La víctima, había aprovechado que estaba paseando a los perros y que sus ‘escoltas' estaban con ella para que su expareja entrara en el recinto y tenerlo allí escondiendo. Además, mintió a los investigadores sobre el paradero del maltratador. La policía ha realizado un informe judicial sobre todo lo sucedido.
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