La profunda transformación social que han sufrido las Islas en los últimos 25 años se pueden medir en un solo dato: el número de extranjeros que viven en algún municipio del archipiélago ha pasado de 32.102 en el año 1996 a 222.017 el 1 de enero de 2022. Casi 200.000 extranjeros más en dos décadas y media.
El porcentaje de crecimiento es tan disparatado que resulta casi ininteligible: la población total de las Islas ha crecido un 50 % en ese periodo; la de extranjeros ha aumentado un 600 % en ese tiempo.
La llegada de extranjeros se ha multiplicado en todas las Islas con la misma intensidad. Llama la atención, por ejemplo, que en Menorca solo vivieran 1.793 residentes de otros países en 1996 cuando ahora viven seis veces más. En Ibiza, el número de extranjeros se ha multiplicado por 8; en Formentera, por casi 5 y en Mallorca, casi por 7.
En este sentido, todos los municipios de las Islas han experimentado un notable aumento de estos nuevos residentes y, si hace 25 años se asentaban de forma mayoritaria en municipios costeros, ahora han colonizado pueblos del interior. Palma es un ejemplo claro de esta transformación: ha pasado de poco más de 6.000 ciudadanos nacidos en otros países a más de 60.000. Es decir: la población de Palma ha crecido un 37 % mientras que el número de extranjeros residentes en la capital ha crecido un 900 %.
De hecho, la llegada de ciudadanos de otros países está en el origen del elevado aumento de población que han registrado las Islas en este periodo. Sin la llegada masiva de residentes de otros países, el aumento de población habría sido mucho menor en ese mismo periodo.
Baleares es un territorio cada vez más diverso porque se ha dado otro factor importante: la presencia de extranjeros en Balears era hace unos años un fenómeno de residentes europeos, básicamente alemanes e ingleses, con un elevado poder adquisitivo que compraban villas en zonas de la costa, como Calvià, Andratx, Alcúdia o Pollença. Ahora ya no es así. En los primeros años de este siglo comenzó a producirse una fuerte inmigración procedente de países de Sudamérica y, en menor medida, de África.
El resultado es que el colectivo extranjero mayoritario ahora en las Islas ya no es el germánico, como era hace unos años, sino que son los marroquíes.
La inmigración ya no es debida al ocio de forma mayoritaria, como era hace 25 años, sino que ahora responde a cuestiones económicas.
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