Esa tensión, a duras penas contenida, la ha ocasionado la letrada Virginia López Negrete, representante de Manos Limpias, única parte que acusa a doña Cristina, al preguntar a Diego Torres: «¿Iba en representación de su majestad el Rey?», en alusión a las reuniones de responsables de Nóos con el abogado del antiguo monarca, José Manuel Romero.
La infanta, que ocupa una esquina del grupo de sillas de los acusados situada justo en frente del espacio para periodistas, se sabía observada, pero ha dejado traslucir su desagrado con gestos leves aunque evidentes.
La referencia a don Juan Carlos ha dado pie a un cruce de intervenciones respecto a la pertinencia de la pregunta y sobre las contradicciones entre lo que declaró en la fase de instrucción y lo que ha dicho este jueves el socio de Urdangarin, discusión en la que lo delicado de la alusión ha contagiado a la presidenta del tribunal, Samantha Romero, que ha evitado nombrar al referido de manera directa y le ha llamado «una tercera persona».
Mientras se resolvía este debate y continuaba el interrogatorio de Manos Limpias a Torres, que ha terminado de manera drástica al negarse el acusado a responder preguntas que hicieran referencia a la Casa Real, la infanta permanecía cruzada de brazos, en un aparente esfuerzo por velar sus sentimientos.
La letrada de la acusación, que solicita para doña Cristina 8 años de prisión por presunta colaboración en dos delitos fiscales, ha continuado en vano su interrogatorio para dejar constancia de sus preguntas, ante lo que la hermana del Rey Felipe, aludida en todas directamente o por vía familiar, dudaba entre mirar a ninguna parte y clavar la vista en la abogada.
Aunque alternaba ambos gestos, cuando se abandonaba a la mirada fija en López Negrete no podía evitar que el enfado aflorara en sus ojos.
Al preguntar la abogada de la acusación popular por supuestas cuentas y sociedades en el extranjero con la insinuación de que pertenecían a Iñaki Urdangarin, su esposa ha acentuado el gesto hasta poner en evidencia su indignación.
En el otro extremo de la última fila, el marido de doña Cristina, con sus gafas amarillas puestas, tomaba nota durante buena parte de la intervención de la abogada de la acusación que ha sentado en el banquillo a su mujer.
Al concluir las preguntas sin respuestas de Manos Limpias ha intervenido para protestar por su «impertinencia» el letrado de la infanta, Pablo Molins, una enérgica queja que Urdangarin ha escuchado sin dejar de asentir.
4 comentarios
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Este juicio es un mero tramite , a estas alturas , toda la sociedad española sabe el papel y grado de conocimiento que el rey emérito tenia respecto a este turbio asunto , solo que algunos justifican lo injustificable en aras de una supuesta lealtad debida al jefe del estado que" salvó a España del caos" tras la muerte de franco , lo que esta mal esta mal lo haga quien lo haga , y nadie deberia tener bula para cometer actos fraudulentos y enriquecerse con el dinero y el sudor de los ciudadanos.
A su padre siempre se le ha tensado otras cosas.
Y cada día cambiando de vestimenta.
evidentemente esa tercera persona lo sabia y a mas era quien daba el visto bueno y creo que lo sabe todo el mundo con dos dedos de frente y esa tercera ejem...persona menudo es