En los primeros minutos de tanteo, los visitantes estuvieron más acertados y seguros en lo que estaban haciendo y así llegó la primera pequeña ventaja con el 2-4 pasado el minuto cinco. Tenía muchos problemas el cuadro de Eugenio Tilves para encontrar lanzamientos claros y con el 3-7 pidió tiempo muerto.
Le costaba bastante al conjunto ibicenco encontrar buenas situaciones defensivas, pero a través de la defensa consiguieron ir metiéndose poco a poco en el partido. En el minuto 20, estaban a dos goles con el 7-9. Con el 8-9, tras otra buena defensa llegó el tiempo muerto visitante.
En los minutos restantes de la primera parte, la diferencia se estableció y los jugadores se marcharon al descanso con el 11-13 en el marcador. La parte positiva, en clave pitiusa, es que en la última acción un jugador visitante vio la exclusión y jugarían los primeros dos minutos de la segunda con ventaja numérica.
Esa exclusión fue seguida de otra por golpear en la cara a Broto, y a esta segunda le siguió una tercera por hacer un mal cambio. Una situación que los ibicencos no supieron aprovechar, jugando horriblemente mal en ataque con hasta tres pérdidas.
Unos regalos que no desaprovechó el Caserío Ciudad Real que al minuto 10 de este segundo tiempo ganaba por tres (14-17). Todo lo mal que lo habían hecho en esos minutos, lo hicieron bien en los siguientes para empatar a falta de poco menos de 15 minutos para el final (19-19).
Los visitantes pidieron tiempo muerto para ajustar y el plan les salió a la perfección pues en un visto y no visto recuperaron la ventaja de tres goles (19-22). Además, el cuadro celeste se encontró en dos ocasiones consecutivas con la madera en el peor momento posible y se entró en los últimos cinco minutos con esa misma diferencia (20-23).
En la recta final, el conjunto visitante no dio opciones a los ibicencos con una gran defensa. Al final, 24-25. Los de Eugenio Tilves pagaron sus desconexiones en un partido en el que tuvieron sus opciones.
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