La defensa del cinturón continental de la KGP fue un éxito. Javier Gálvez se ganó el sábado ante el británico Ben Longstaff seguir siendo el mejor de Europa en el peso de 61 kilogramos en la modalidad de K-1.
Era una revancha, pues Gálvez, nacido en Madrid, pero criado en Ibiza, ya había superado a Longstaff en el mes de mayo para hacerse con el cinturón. El británico quería recuperarlo y el español aceptó la pelea. En aquella primera ocasión venció por KO. Esta vez le costó un poco más. Aunque logró tumbar en tres ocasiones a Longstaff, la cuenta no terminó y el combate se decidió en los puntos.
Una pelea que estuvo a punto de no celebrarse, ya que Gálvez llegó muy justo por una fuerte bronquitis que le tuvo sin poder entrenar durante varios días y que casi le hace no cumplir con el peso requerido. Al final, se recuperó a tiempo y aunque no estaba al 100 % logró una merecida victoria que lo consolida como uno de los mejores de su categoría.
De hecho, el joven de 23 años que pelea por el Ibiza Fight Center, donde le entrena su hermano Víctor, y que cuenta con el patrocinio del Gimnasio Nirvana ya piensa en cotas mayores. «Quiero pelear por el cinturón de campeón del mundo. Creo que estoy preparado y me lo he ganado al hacerme con el cinturón continental y pudiendo defenderlo», apuntó.
Un Gálvez que estaba tremendamente satisfecho por esta nueva victoria que hace que su nombre suene cada vez con más fuerza en el mundo del kickboxing y que ya mira hacia el 2025, donde espera que los promotores le den la oportunidad de pelear por llevarse a casa el cinturón de campeón del mundo.
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