Sofi, con el dorsal número ocho, celebra el gol de la victoria. | JOSÉ CABELLO

Por fin. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. El San Pablo ya sabe lo que es ganar como local en Segunda División, categoría en la que debuta esta temporada. El equipo dirigido por Iván Gil se impuso por 2-1 a Osasuna tirando de épica y corazón. De esta forma, pone tierra de por medio con un rival directo por la permanencia y ya son tres las victorias que suma tras haber ganado dos encuentros lejos del pabellón de es Viver.

En el partido en que quizá menos méritos hizo para puntuar y después de haber cuajado mejores actuaciones, la escuadra pitiusa dejó los tres puntos en casa. Las navarras le pusieron las cosas difíciles. Muy difíciles, mejor dicho. De hecho, las guardametas Tati, en la primera mitad, y Nata, en la segunda, fueron dos de las grandes protagonistas del choque. Se pusieron la capa de Superwoman para salvar a las suyas innumerables veces.

De hecho, Tati ya tuvo que intervenir en tres ocasiones en el primer minuto de juego. No fueron paradas estratosféricas ni mucho menos, pero sí un aviso de lo que se avecinaba: muchos ataques de las visitantes y buenas intervenciones de la portera.

Cuando la cancerbera no pudo hacer nada, apareció Fede para salvar el 0-1 bajo palos e incluso el poste para evitar el tanto de Oneca y Maialen, respectivamente. La resistencia del San Pablo finalizó en el minuto 16, cuando Alexia, cuya marca perdió Dai, convirtió un mano a mano tras recibir un pase en largo. En la recta final, Sofi y Dai buscaron la igualada, pero no hubo forma.

Tras el descanso, la tónica del partido siguió siendo prácticamente la misma. Esta vez era Nata quien frenaba las acometidas de Osasuna. La guardameta ibicenca incluso salvó un mano a mano en el 32 para mantener a su equipo con vida.

En los últimos seis minutos se obró el milagro. Mirta empujó a la red un buen pase de Fede al interior del área para restablecer las tablas. El gol fue un mazazo para el cuadro navarro. No en vano, vio cómo pasaba de tener el partido en sus manos a echarlo por la borda ante un rival que se vino arriba.

Irina rozó la remontada con un disparo cruzado a falta de dos minutos y medio. Aún quedaba tiempo para soñar y Sofi se encargó de llevar la euforia a la grada a falta de 50 segundos, con un golpeo de primeras que dejó a la portera sin capacidad de reacción. El San Pablo supo aguantar el 2-1 en el marcador y firmó así una nueva página de oro en el libro de su historia.