Alejandro Díaz es historia del deporte ibicenco y español. | Irene Arango

Alejandro Díaz (Ibiza, 15-05-2002) ya está de vuelta. El deportista ibicenco regresó ayer de París, donde hizo historia al convertirse en el primer ibicenco en participar en unos Juegos Paralímpicos. Tras una temporada que comenzó con un bronce (dobles, clase 14) en el Campeonato de Europa y que ha terminado con su primera participación paralímpica, ahora toca descansar para preparar el año que viene una nueva campaña.

Ya de regreso y una vez asimilada toda la experiencia vivida, ¿qué recuerdos le deja su primera participación en unos Juegos Paralímpicos?

—La verdad es que vivir unos Juegos en primera persona es una pasada. Cualquier persona que sea deportista o aficionado al deporte no lo olvida. He visto una gran sonrisa en mis padres, mi tía, mi hermana, mi abuela… en todos. Eso no tiene precio ninguno. Estoy orgulloso de lo que he conseguido. Todos los deportistas queremos conseguir medallas, pero hay que ser realista y estos Juegos no eran los míos. Iba con expectativas bajas y, además, es muy complicado.    Estoy supercontento y ahora toca pensar en los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles’28.

Primer paralímpico ibicenco de la historia. Se dice pronto.

—Estoy orgulloso de todo lo que he conseguido y de hacer historia para la isla de Ibiza. Haber sido el primer paralímpico de Ibiza es un orgullo.

¿Y, ahora, qué?

—Este año ya ha terminado el tour de viajes. Hay algún torneo, pero no creo que sea necesario ir. Empezaremos la preparación a partir de enero o febrero, que es cuando comienza la temporada de torneos internacionales. Habrá que seguir dándole caña. De todas formas, la próxima temporada va a ser más tranquila. Sólo está el Europeo. El primer objetivo será estar en el corte para el Mundial, que se celebrará en Tailandia en 2026.    Hay que seguir con la cabeza donde la tengo que tener y trabajando día a día como hasta ahora.

Entonces, ¿es el Europeo el gran objetivo del próximo año?

Es lo más importante, el torneo más grande. El objetivo de 2025 será colocarme en el top 15 mundial. Ahora mismo soy el decimonoveno. Eso y entrar en el corte para el Mundial son mis metas. Para el Mundial aún quedan dos años y pueden pasar muchas cosas, pero, como digo siempre, con trabajo, esfuerzo y un poco de suerte suelen salir las cosas.

¿Con qué momento se queda de los Juegos?

—No podría quedarme con uno en sí. Hay muchos, pero voy a destacar dos. El primero es el de llegar a la villa. Es como una ciudad dentro de otra ciudad, y ahí vives algo increíble. Tenía pines y podías cambiarlos con los deportistas de otros países. Socializas, conoces gente nueva… Es increíble. El segundo, ya a nivel deportivo, es el de llegar al pabellón y ver las gradas llenas. Yo no había jugado con tanto ruido y escándalo nunca. Ves a la familia también ahí y se te ponen los pelos de punta sólo de pensar lo vivido. Que digan tu nombre y la gente grite también fue increíble.

El palista fue recibido a su llegada. | Irene Arango

¿Qué borraría de esta aventura?

—Poca cosa. Quizá el vuelo de ida, porque hubo un aterrizaje en falso y el avión, tras tocar suelo, tuvo que salir hacia arriba de nuevo. Nos llevamos todos un susto. No puedo poner ninguna pega. Como dicen mis padres, ya es un regalo el hecho de estar ahí. Mis padres y mis tíos dicen que ellos no habrían estado ahí si yo no hubiera conseguido la clasificación y me dieron las gracias por darles este momento y disfrutar de la experiencia.

Se le vio muy sonriente en la ceremonia de apertura. Supongo que también fue un momento especial.

—Sí, fue increíble. Yo no puedo compararla con otras, pero estar alrededor de tanta gente fue una pasada.

Una lástima no haber podido estar hasta la ceremonia de clausura, ¿no?

—Con haber vivido la apertura ya me conformo. Si hubiese podido vivirla, perfecto, pero disfruté la apertura. Tampoco pudimos quedarnos toda la fiesta porque al día siguiente nos tocaba competir pronto.

A toro pasado, ¿qué recuerda de sus dos partidos?

—En dobles no teníamos un ranking muy potente y sabíamos que nos iba a tocar una pareja dura. Nos tocó China, la número dos, y le dimos guerra. No teníamos nada que perder. Siempre es verdad que puedes jugar mejor, pero también era mi primer partido y es más complicado. Dentro de lo que cabe, supe llevarlo. En la modalidad individual, me puse un poco más nervioso. No estuve tan centrado quizá y no supe sacar mi juego del todo. Eso se reflejó en el resultado. De todas formas, contra quien perdí está en semifinales.

En el partido de dobles, ustedes comenzaron ganando 5-0 en el primer set. Menudo susto le dieron al rival, ¿no?

—Sí. Empezaron a estar nerviosos, pero ya no sabes si seguir tomando riesgos, bajarlos… Al final, ellos, cuando se ven más ajustados, se tensan. Si está la cosa más igualada, meten una marcha más.

Ganaron un set. Algo es algo.

—Sabemos que, si hubiéramos sacado en el tercer set, el partido habría cambiado totalmente. Cuando están contra las cuerdas, se tensan muchas veces y no les salen las cosas, pero, cuando se ven que van por encima, se crecen.