William Aveiro, llegando a meta con la bandera de Paraguay.

«Estar en el Mundial ha sido una experiencia de mucho aprendizaje para mí de cara a las próximas competiciones. Me motiva a seguir entrenando», aseguraba ayer William Aveiro desde Palma de Mallorca durante la última escala en su regreso a la isla desde Innsbruck (Austria).

El atleta paraguayo afincado en la isla desde hace siete años regresó a casa satisfecho, pero con una sensación agridulce ya que le tocó vivir las dos caras de la moneda. «En este Mundial hice dos pruebas con dos sabores diferentes: amargo y dulce», confiesa.

El revés se lo llevó el primer día en la carrera de kilómetro vertical que se disputaba bajo una distancia de 7,1 kilómetros y un desnivel de 1.020 metros. Esta era la prueba que más había preparado y donde pensaba que podía hacer una mejor actuación. Su problema fue que no estaba bien colocado en la salida y se generó un cuello de botella que le retrasó muchísimo. «La carrera se decidió en la salida. El camino era muy estrecho y no se podía adelantar. Los keniatas salieron a ritmo de fusil e hicieron un buen trabajo de equipo. Yo quería hacer mi carrera subiendo, pero no pude. El camino era estrecho y no pude adelantar a tantos corredores como me gustaría», recuerda.

Aveiro acabó en la posición 97 y con la sensación de impotencia, pues estaba seguro de que podía haber quedado bastante más arriba con una mejor colocación de salida o con un camino más amplio.

Cara alegre

Su frustración se convirtió en alegría con la modalidad mountain classic de 15 kilómetros y 750 metros de desnivel. En esta prueba Aveiro acabó en la posición número 70, pero por delante de muchos atletas élite, lo que supone un gran impulso a la moral del paraguayo: «Fue el puesto 70, pero pude ganar a muchos atletas de nivel de élite y pude acabar el mundial con un sabor dulce. Pude demostrar mi capacidad a pesar de no haber podido descansar bien a lo largo de toda la semana en la que se celebró el Mundial».

Respecto a esto, Aveiro lamentó que la Federación Paraguaya sólo hubiese mandado un técnico para atender a los nueve deportistas. «Es un poco lamentable que no hayan previsto esto porque éramos nueve y nos tuvimos que ayudar unos a otros durante las carreras para que hubiese gente en los avituallamientos. Todos los días nos hemos tenido que ayudar y no hemos podido descansar como tocaba», explica Aveiro, que se espera que la Federación aprenda de cara al futuro.

El atleta paraguayo también se mostró descontento con las instituciones ibicencas, ya que asegura que no ha recibido ninguna ayuda y que fueron los residentes paraguayos los que le han ayudado económicamente y le han permitido participar en esta cita.

Ahora, Aveiro descansará unos días mientras planea con su entrenador qué carreras serán las próximas que atacará. Algunas serán en Ibiza, pero también buscará retos fuera de la isla en los que intentará aprovecharse de «todo lo aprendido durante el Mundial que me ayudará a ser mejor atleta».