Javi Lara protege el balón ante la presión de un jugador del Atlético Baleares. | Miquel Àngel Llabrés

Dicen que las estadísticas están para romperlas y eso es lo que hizo ayer la UD Ibiza. El equipo ibicenco fue capaz de truncar la racha de 34 partidos seguidos sin perder como local del Atlético Baleares, líder de la categoría, para, de paso, situarse a dos puntos de la primera posición y lanzar un mensaje a navegantes: hay Liga. Dos errores fragantes de los blanquiazules brindaron los tres puntos a un serio conjunto ibicenco que, además, salió del Estadi Balear con el golaveraje a su favor. Y eso, a falta de 10 jornadas para el final, puede ser clave.

El partido se decantó a favor de los pitiusos pasado el primer cuarto de hora, en un disparo sin aparente peligro de Kike López. El lateral derecho celeste chutó raso desde la frontal y Manu Herra hizo un ‘Arconada'. Para sorpresa de todos, el balón se le coló entre el cuerpo y las manos cuando trataba de atajarlo. Increíble, pero cierto.

Si en la primera vuelta había sido un regalo unionista el que permitió adelantarse en el marcador a los de Manix Mandiola –ese partido terminó 0-1 en Can Misses–, ahora era el Baleares el que cometía un error impropio de un líder. El tanto sentó como un jarro de agua fría al equipo local, que se topó con un Ibiza sólido en defensa y con mayor clarividencia en ataque.

Tan bien pintaban las cosas que el casi medio millar de aficionados ibicencos que acudió al Estadi Balear cantaba eso de «que bote Can Misses», una parodia que no hacía más que confirmar que la Udé parecía jugar en casa. De hecho, no anduvo lejos del segundo gol, pero Rodado, Mariano y Javi Lara no aprovecharon sus ocasiones. También tuvo las suyas el Baleares, pero los disparos de Gil y Gabarre encontraron la respuesta de un buen situado Germán.

En la segunda mitad, el decorado no cambió lo más mínimo. La UD Ibiza seguía sin dejar resquicios en defensa al tiempo que trataba de buscar el segundo. Eso sí, contemporizó más el juego y no tuvo tantas ocasiones como en el primer acto.

Los locales necesitaban algo más para poder hacer daño y Mandiola optó por dar entrada a Ortiz por Rovirola, un cambio netamente ofensivo. También entró poco después Shashoua por Gil. Mientras, Pablo Alfaro reforzaba su medular con Sibo y Caballé, que ocuparon la plaza de Borja y Javi Lara, respectivamente.

Lo que nadie se esperaba era que el Baleares se diera un tiro en el pie. En el minuto 75, José Peris superó a su propio portero de vaselina cuando intentaba despejar la pelota. Esperpéntico. «Que bote Can Misses, que bote Can Misses», volvía a tronar en la grada.
Esta diana hizo muchísimo daño a la escuadra balearica, pues puso fin a sus esperanzas de, por lo menos, empatar el duelo y, además, le hizo perder el golaveraje. La Liga está más viva que nunca y el Ibiza, también.