Mateo Sanz ya está de nuevo en España. Tras proclamarse la semana pasada subcampeón del mundo de windsurf en Japón, el formenterense aterrizó anteanoche en Palma, donde vive y se entrena desde hace un año en el Club Nàutic s'Arenal. El de la pitiusa sur llegó exultante, con la intención de acabar ahora como número uno del mundo y reconociendo que 2017 ha sido su mejor año.

—El hecho de no desembarcar en Formentera se ha notado a diferencia de otras veces en las que ha tenido grandes recibimientos, ¿verdad?
—Se ha notado, pero he recibido muchas felicitaciones de todo el mundo. En el aeropuerto me recibió Asier Fernández, que nunca falta en los recibimientos.

—¿Cuántas felicitaciones has recibido?
—Muchísimas. No podría decir un número exacto, pero en Whatsapp tenía casi 200 mensajes. Tampoco es muy difícil eso porque, hoy en día, con el tema de los grupos es normal.

—¿Le dio tiempo a contestar tantos mensajes?
—No, no me dio tiempo. Es complicado. Prefiero hacer una publicación en Facebook para todos.

—¿Cuál es la felicitación que más le ha llegado al corazón?
—Bueno, como siempre, diría que las más especiales son las de los más cercanos, como Asier, que me ha enseñado todo para llegar hasta aquí, y mis familiares.

—Ahora que ya han pasado unos días desde la finalización del evento, ¿cómo valora el subcampeonato?
—Muy contento. Ahora, hay que aprovechar que está todo fresco y reciente para intentar recabar y plasmar toda la información que hemos podido sacar de ahí, porque volveremos cada año a competir hasta los Juegos Olímpicos.

—¿En qué jornada pensó: ‘Aquí yo puedo hacer algo importante'?
—La verdad es que eso fue al finalizar el primer día de la flota Oro, el jueves. Las dos primeras jornadas eran clasificatorias para el grupo Oro, para el que se hace un corte del 50 por ciento, y todos estábamos muy juntos, con nada decidido y todo abierto. El jueves completamos tres pruebas y fui muy regular. Ahí marqué la diferencia.

—Al acabar la Medal Race se le debió quedar un sabor agridulce al escaparse el oro. ¿Ahora, ya más tranquilo, le sabe mejor la medalla?
—Sí, ahora sabe mejor. Cuando estás en la competición aspiras a lo máximo, pero, bueno, ahora que ya ha pasado es verdad que sí estoy muy contento con lo que he conseguido.

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—Decía Asier Fernández que la ambición le pudo y por eso perdió el título.
—Eso mismo fue básicamente lo que yo le dije a él, porque la verdad es que lo mínimo me valía y, al final, quise más. Quise hacer un buen resultado en la Medal Race en vez de centrarme solamente en ganar al chino y la lie. Eso me pasó factura.

—También comentó que aún no está en su madurez física e irá a más. ¿Se ve con el oro próximamente?
—Bueno, es el sueño y el objetivo. En parte, tiene razón. Los mejores windsurfistas suelen conseguir sus mejores resultados en torno a los 28 o 30 años. Queda mucho tiempo aún por delante.

—Aunque faltan todavía tres años para los Juegos Olímpicos, ¿estos resultados le permiten soñar con una medalla?
—Sí, sin ninguna duda, porque es donde vamos a competir en 2020 y se pueden llegar a repetir las mismas condiciones.

—¿Se puede decir que 2017 es el mejor año de su carrera?
—Sí, sin ninguna duda. En enero ya hice un buen resultado en la Copa del Mundo en Miami. En febrero me puse número uno del ranking mundial. En Francia me quedé a las puertas del podio.

—¿Cuál es su sueño deportivo y su meta a largo plazo?
—Bueno, quiero tener la posibilidad de ir a Tokio en 2020. Primero, habrá que clasificar al país, Suiza, y, luego, esperar que me elija como representante para poder tener opciones de luchar por un diploma o una medalla.

—Aún le queda una prueba por delante, otra Copa del Mundo. ¿Cuál es el objetivo?
—Intentar hacerlo lo mejor posible y el coger el máximo número de puntos posible para el ranking mundial, que se actualizará a finales de octubre. A ver en qué puesto acabo el año. Creo que se ausentará alguno, pero habrá rivales directos que he tenido a lo largo del año, entre ellos el chino que ha ganado el Mundial. Iré con ganas de quitarme la espina.

—¿Le hace ilusión la posibilidad de acabar como número uno?
—No es mi objetivo, pero sería la bomba cerrar el año estando ahí arriba. Si pasa, bien; si no, pues nada.

—Por cierto, esa última prueba es de nuevo en Japón. ¿Le ha gustado el país?
—La verdad es que sí. La cultura y la gente de allí es espectacular. Está todo muy limpio. No hay basura por las calles. La gente se tiene mucho respeto. Puedes dejar la bici sin candado tranquilamente.

—Hace un año tuvo que emigrar a Palma por el cambio de ubicación del Centro de Tecnificación. ¿Cómo evalúa el cambio?
—La verdad es que fue muy bien y ya estamos adaptados, aunque echo un poco de menos las condiciones climatológicas de Formentera, porque eran las ideales. En este sentido, es el mejor sitio del mundo. De todas formas, ahora ya hemos cogido el ritmo y estamos acostumbrados.