Cuatro días restan para que los motores comiencen a rugir en la espectacular ascensión a sa Cala de Sant Vicent, prueba que este año es valedera para el Campeonato de Balears de automovilismo.
Uno de los grandes aspirantes a uno de los títulos, el del grupo N, es el ibicenco José Joaquín Fernández, que afronta su décima Pujada «con un sabor especial» por su excelente actuación en el Europeo de Montaña donde, a pesar de no correr todas las pruebas, fue tercero de su grupo y séptimo de la general.
«Es un hito histórico siendo un piloto de Eivissa», afirma Fernández, a pesar de que aún no tiene asegurada su presencia en la línea de salida en Sant Vicent. Con la ayuda de los mecánicos que le asisten lucha contrarreloj para tener a punto su vehículo. «Tenemos la dificultad máxima del accidente de hace dos semanas en Dénia, que ha complicado mucho que pueda estar en la salida. Espero tener el coche para las verificaciones del sábado, pero no garantizo un resultado óptimo», lamenta el piloto, que sufre aún dolores cervicales por el duro golpe sufrido. «Fue un jarro de agua fría, el choque hizo un extraño y dio varias vueltas en el aire. Tengo que coger confianza tras el tortazo», dice.
Su mejor año
No obstante, la Pujada es la carrera «más importante del año», para J. J. Fernández. «Por muchos europeos o mundiales que pueda correr, es la prueba reina, la que soñaba disputar desde pequeño. Quiero estar en la salida a toda costa, sentir el colofón de la temporada más exitosa de mi carrera», indica.
A bordo de su Mitsubishi Lancer Evo IX, J. J. tratará de batir su mejor tiempo, 2.24.070, en la subida de cuatro kilómetros, y al austriaco Achim Kreim, segundo clasificado en el Europeo de Montaña. «Estaría bien. En casa hay un plus y en la subida al Fito le metí caña, también en algún sitio que conozco le he ganado. Sería una lucha bonita, pero él también tiene difícil llegar a tiempo porque tiene el coche en Alemania», apunta el ibicenco. «Por el bien del espectáculo, esperemos que lleguemos bien», subraya.
Por último, J. J. espera que la afición responda como en años anteriores. «Es la única posibilidad de ver una prueba de asfalto, esto es una fiesta del motor, independientemente del número, el presupuesto y de los pilotos de renombre que haya. Se trata de que sea una fiesta del motor en el que quepa todo el mundo y que el público tenga un espectáculo de primer nivel».
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