Si en los Juegos de Pekín 2008, Rudy Fernández ya dejo en evidencia al «Superman» de la NBA, el pívot Dwight Howard, en su primera participación en el concurso de mates del Fin de Semana de las Estrellas, el jugador español hizo historia al más puro estilo del legendario Julius Erving. El mallorquín, en su primer año en la NBA, ha demostrado sobre el campo una técnica, y una elegancia en el manejo del balón y penetración a canasta que le coloca en otro nivel muy diferente al de la fuerza física como cualidad principal.
Unas cualidades que eran las que imperaban también en la NBA en jugadores legendarios, que simbolizo mejor que nadie «Dr.J», la gran estrella de los Sixers de Filadelfia, que acariciaba la pelota cuando la llevaba en sus manos y se elevaba a canasta.
Fernández llegó al US Airways de Phoenix, para ser el primer extranjero que iba a participar en el concurso de mates, que hasta ahora había estado reservado sólo para los jugadores estadounidenses. El novato mallorquín era consciente de que conseguir la victoria se presentaba como una misión imposible, pero Fernández se olvidó de cual podía ser el resultado.
Rudy tributó un reconocimiento al fallecido Fernando Martín, como el pionero que abrió el camino para que el baloncesto español este año haya podido tener a tres representantes en el Fin de Semana de las Estrellas. Luego una lección magistral, al más puro estilo Dr.J., de cómo, sin necesidad de «destrozar» el balón, se puede crear una auténtica coreografía en la secuencia de elevarse para ponerlo dentro de la canasta. Rudy, en cada una de sus acciones, cuando completó la ejecución del mate, mostró la mejor técnica de los cuatro participantes y la mejor demostración estuvo en la gran ovación que recibió por parte del público. Debido a los gustos genuinamente americanos no extrañó que fuesen Dwight Howard, la estrella de los Magic de Orlando, que volvió a sacar su capa de «Superman», y el base Nate Robinson, de los Knicks de Nueva York, los que llegasen a la final. Mucho menos después de ver la coordinación que ambos tuvieron con la vestimenta y la ayuda mutua para que Robinson hiciese el último mate y se proclamase campeón del concurso por segunda vez, la primera fue en el 2006.
Antes, Fernández ya había hecho historia, quedó como el ganador moral del concurso y además con el reconocimiento del público que le tributó grandes ovaciones a sus mates. Pero sobre todo hizo recordar a la figura del legendario «Dr.J.» Erving, el verdadero «maestro» de los mates espectaculares, creativos y artísticos, cuando en los concursos de 1984 y 1985 se elevó igual de «majestuoso» que lo hizo el jugador mallorquín y tampoco le dieron el título.
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