Croacia pagó los platos rotos y España, además de situarse a un paso de las medallas, recupera las constantes vitales y la imagen de equipo intratable que le ha hecho campeona del mundo. Con un Pau Gasol en plan estelar y las ideas claras (defensa extrema y ataques rápidos), los de Aíto arrasaron (72-59) a una Croacia que acusó la baja de Popovic y el desgaste al que se vio sometida por un rival que pisó el acelerador y les obligó a forzar los lanzamientos hasta los extremos. Rebasada la línea de los cuartos de final, un listón que desde hace veinticuatro años (Los Àngeles 84) parecía infranqueable y que marcó un punto de inflexión para este grupo hace cuatro años -cayeron en Atenas frente a Estados Unidos-, ahora aguarda en semifinales (viernes 22) una Lituania lanzada en una semifinal de alto voltaje. Un enfrentamiento con claro color español, pero al que Jasikevicius y los suyos llegan dispuestos a hacer trizas los pronósticos, y para el que un José Manuel Calderón es seria duda por lesión (sufrió un fuerte tirón en la pierna derecha). También lo era frente a Croacia Marc Gasol, y el pequeño de la saga saltó el parqué para aportar su físico a la pintura.
Arrancó España como un tiro. Un 12-1 de salida, con Pau fino y Reyes haciéndose fuerte bajo los tableros, disparó las expectativas. Calderón y Garbajosa volvían a rodar como antes, y un triple de Mumbró (22-9) abría una brecha que ya resultó mortal de necesidad para una Croacia fuera de sí, apartada a las primeras de cambio de las semifinales, y en la que Planinic se multiplicaba para evitar el naufragio.
Rudy aportaba calidad y frescura a la rotación, exprimida de nuevo por Aíto, y la candidez balcánica hacía que las rentas siguieran siendo cómodas para una España que volvía a presumir de su identidad ganadora, sin pisar gas a fondo. Echando mano de Ukic y Banic, Croacia conseguía alcanzar el tiempo de descanso once abajo (37-26), con ligeras esperanzas de intentar, al menos, dar la vuelta a un partido que se ponía imposible. Por las diferencias físicas y de profundidad de banquillo entre ambos equipos y la motivación de una España liderada por un Pau Gasol que lució galones y tiró del equipo (20 puntos, 10 rebotes, 2 asistencias y 3 recuperaciones).
'Efecto Rudy'
Rudy fue el sustento anotador español en los primeros compases del tercer parcial, momento en el que Ricky Rubio recordó que ayer no era su día, pero España demarraba (47-28) y la antideportiva de Loncar dejaba ver el caso en el que vivía sumida Croacia, para la que el partido fue una agonía, una cuenta atrás que todos deseaban que llegara a su fin para acabar con la pesadilla en que se convirtió España, que se tomó su particular venganza de la derrota sufrida en el estreno del pasado Eurobásket (84-85) en el pabellón sevillano de San Pablo.
La motivación extra de Pau Gasol se contagió por todo el vestuario, incrementando el margen de maniobra hasta los veinticuatro puntos (70-46). En ese momento, llegó la hora de cambiar de dirección las miradas y apuntar hacia Lituania, otro hueso que determinará si Rudy y compañía pueden luchar por el oro y se aseguran la plata, o el bronce va a ser el metal que lleven colgado a su salida de Pekín. Croacia dejó ver que la mejor España está resurgiendo.
Ahora se presenta una batalla a muerte ante Lituania. Fieles a un estilo, a un líder y a una disciplina ejemplar, los bálticos siempre están ahí. Son el eterno gigante que se resiste a caer en la mediocridad que sufren Serbia o Rusia y otras selecciones otrora del mismo bloque político.
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