ESPAÑA 83 ALEMANIA 55 ESPAÑA (18+22+26+17): Calderón (17), Rudy Fernández (12), Jiménez (3), P. Gasol (10), Reyes (6) -cinco inicial- También jugaron Cabezas (3), Navarro (12), Sergio Rodríguez (1), Berni Rodríguez (3), M. Gasol (10), Mumbrú (2) y Garbajosa (7).

ALEMANIA (14+13+16+12): Hamann (2), Greene (-), Okulaja (5), Nowitzki (11), Femerling (8) -cinco inicial- También jugaron Demirel (7), Arigbabu (-), Garrett (4), Herber (7), Roller (-), Gruenheid (1) y Jagla (10).

Àrbitros: Lamonica (Ita), Pilipauskas (Lit) y Castano (Fra). Sin eliminados.
Jorge Muñoa|MADRID
España es mejor que hace un año, ha crecido, ha hecho el más difícil todavía, lo que parecía imposible, ser aún más equipo, elevar la calidad de su baloncesto, seguir ganando con el máximo respeto hacia el rival y llegar al extremo de disputar los cuartos de final de un Europeo frente a Alemania con la alegría de una cuadrilla de colegiales enamorados del juego para acceder a la antesala de las medallas continentales en un mar de sonrisas. Los campeones del mundo regalaron otra noche de felicidad a los millones de ojos que les siguen. Pasaron por encima de Alemania y sacaron billete para el penúltimo escalón del campeonato. Lo lograron a partir de una salida plena de concentración y cuarenta minutos de divertimento sensato, de profesionalismo racional.

Las lagunas mentales sufridas en la salida de los choques contra Israel y contra Letonia les habían puesto sobre aviso y el recibimiento dispensado a los germanos pagó las cuentas pendientes de ambos deslices con una propina sumamente generosa. España pisó el acelerador a fondo desde el salto inicial. Ni siquiera acusó el parón de quince minutos provocado por el mal funcionamiento de los contadores de veinticuatro segundos -el locutor del pabellón anunció los últimos ocho segundos de cada posesión por megafonía hasta el final del choque-. España sabe demasiado bien que los cuartos de final son la clave de todos los campeonatos internacionales. En la década de los noventa saboreó el regusto amargo de la derrota en la primera eliminatoria de torneos importantes (Europeos de Atenas'95 y Francia'97, Mundial de Atenas'98...). Hace ya unos cuantos años que la experiencia y la calidad han acabado con esa maldición, que jugando en casa y con el oro mundial en el pecho habría sido demasiado dolorosa.

Embalados
El baloncesto total de los Lakers, de la ex Yugoslavia, del Cibona de Drazen Petrovic, del «Dream Team» de Barcelona'92, de todos los equipos que han escrito las mejores páginas de este deporte brotó de esta fantástica generación de talentos que 'Pepu' maneja con la sencillez y la pasión de un técnico de base, con la ascendencia de un profesor, la autoridad de un padre amoroso y la responsabilidad de un educador comprometido.

El periodo de cierre careció de incertidumbre (71-43 m.32), que no de diversión. La selección juega para disfrutar, para vivir un deporte precioso sin ataduras, para ser algo más que deportistas de elite. La selección es una familia de exquisitos baloncestistas que entienden la competición como la mejor manera de entregar el corazón a los compañeros.