ESPAÑA (20+20+23+18): Calderón (17), Fernández (2), Jiménez (3), Garbajosa (11), Pau Gasol (13) -cinco inicial-, Marc Gasol (-), Reyes (11), Navarro (15), Cabezas (3) y Mumbrú (6).
Àrbitros: Pukl (SLO), Sutulovic (MNE) y Lefwerth (SWE). Excluyeron por personales a Khryapa (m.40). Señalaron técnica a Mumbrú (m.16) por protestar una jugada.
Jorge Muñoa|MADRID
La selección española sacó el billete para las eliminatorias de cuartos de final del Europeo 2007, billete de primera porque lo selló ante Rusia, uno de los tres equipos que permanecían invictos en el campeonato, y la sitúa a un paso del primer puesto del Grupo E, que es lo mismo que facilitar el resto del camino hacia el oro.
La trascendencia del choque llevó a Jorge Garbajosa al quinteto inicial por primera vez desde el Mundial 2006. El pegamento, sobrenombre con el que se conoce al ala-pívot madrileño en el vestuario, aporta muchos intangibles al equipo por encima de su propia calidad como jugador. El fragor que estos dos expresos del baloncesto continental desplegaron desde el salto inicial puso en peligro al ala-pívot de los Utah Jazz Andrei Kirilenko, que con 1:46 minutos de partido disputados recibió la segunda personal. Su marcha al banco era forzosa. Buena noticia para los anfitriones, pero David Blatt, el técnico de los ex soviéticos, movió el banquillo con celeridad y acierto.
El base John Robert Holden movió con inteligencia el balón para que el jugador de los Chicago Bulls firmase tres de tres en triples de forma casi consecutiva y respaldado por Nikita Morgunov forzó el primer tiempo muerto de la selección nacional (18-12).
Pau Gasol replicó en el bando rojo. El jugador de los Memphis Grizzlies sumó nueve tantos, los mismos que Khryapa y que Morgunov, en el primer cuarto, que acabó ajustado merced a sendos triples de Jorge Garbajosa y José Manuel Calderón.
España podía darlo por bueno porque había dejado huecos importantes para los lanzadores rusos en las ayudas largas. Pero los hombres de Pepu Hernández habían ido afinando poco a poco los movimientos y, desde las recuperaciones de balón y el rebote, abrieron los caminos hacia la cesta rusa.
También entró en acción Juan Carlos Navarro. La alegría y el descaro de «la bomba» lanzaron a España y el marcador cambió de signo (23-25). Un parcial de 0-10 al principio del segundo corte asentó definitivamente sobre la cancha a la selección española (23-30).
Rusia había reducido sus peligros a Morgunov y Kirilenko, pero aún así tuvo arrestos para acercarse a una distancia prudencial y reposar en el descanso sin daños de consideración (35-40). España, sin embargo, le reservaba otra racha anotadora para el arranque del tercer cuarto, igual que en el segundo.
La serie creció hasta un 2-9 (37-49). España, como quería su técnico, jugaba a bloque y a velocidad. Rusia, por primera vez en todo el campeonato, bailaba al son que tocaban otros. Se encontraba fuera del papel de todas las noches anteriores. Se sentía incómoda. Fuera de lugar.
La selección de Pepu Hernández, al revés. Si disfruta, y lleva dos años sin parar de hacerlo, dicta cada segundo de juego. Además, superar a los rusos suponía también cerrar y enmendar definitivamente el traspiés de Croacia en Sevilla porque, de nuevo, el camino hacia la final puede ir por la parte menos empinada.
La fosa de los rusos la abrió definitivamente Alex Mumbrú con un triple frontal a los dos minutos del último cuarto (51-66). El equipo español dominaba las pulsaciones del choque en las dos zonas.
La primera derrota de Rusia era un secreto a voces. Sólo era cuestión de tiempo. La consistencia defensiva y las bazas atacantes empleadas por los anfitriones habían detenido el reloj de los ex soviéticos. Ya sólo quedan dos equipo invictos en el Europeo, Eslovenia y Lituania, ambos en el Grupo F. España puede terminar primera del grupo E si gana a Israel.
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