El Valencia demostró que se ha recuperado anímicamente con tres victorias en los tres últimos partidos, ya que no sólo ganó con autoridad, sino que lo hizo sin sufrimiento ante un rival con muy poca pegada, que sólo ofreció una cierta capacidad para hacer circular el balón. La noche empezó fría y al partido le costó coger ritmo.
Fue el Mallorca el que antes se cargó las pilas con un fútbol intenso y con constantes apoyos, pero con poca profundidad y disparos tan lejanos como desviados. El Valencia necesitó casi veinticinco minutos para dar señales de vida y lo hizo en una jugada bien trenzada que acabó con un remate peligroso de Angulo que Prats neutralizó y, en el rechace, Villa envió fuera.
A partir de entonces el equipo local se entonó, se empezó a aproximar con más frecuencia a la portería del Mallorca, un equipo que acusó las dos tarjetas que casi de forma consecutiva vieron los centrales Ballesteros y Nunes. El gol fue el primer destello. Un contragolpe de Villa acabó con pase a Vicente que le metió el balón a Prats por el único hueco posible.
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