No ha sido un buen Mundial para Holanda, relegada desde hace un buen puñado de años a un escalafón menor, poco ajustado al nivel de sus futbolistas. Ausente en Corea y Japón, en Alemania la «orange» ha vuelto a fracasar. Si es tolerable acabar el viaje ante Portugal, asumir el fútbol que ha practicado la escuadra de Van Basten es otro asunto. Sin estilo y liderazgo, Holanda se marcha dejando un rastro decepcionante y muchas dudas. De hecho, cuando ha topado con un adversario con galones, apenas ha ofrecido buenas noticias. Sucedió con Argentina en el último partido del grupo «C» y ayer con Portugal, una selección que tiene un plan.

Si el equipo luso sabe a qué juega, Holanda es un tributo a la indefinición. Sin Van Nistelrooy -relegado al banquillo por Van Basten-, el problema se agudizó. No es que el atacante del Manchester haya ofrecido algo en este Mundial, pero sin esta referencia ofensiva el conjunto de Van Basten fue aún más ambiguo. Corren buenos tiempos para Portugal y para su seleccionador, Luiz Felipe Scolari, que acumula once victorias consecutivas en un Mundial. El técnico brasileño ha forjado un equipo impermeable que optimiza sus recursos. Un gol de Maniche, uno de los centrocampistas de moda, fue suficiente para recuperar la gloria lusitana.

A Inglaterra también le bastó un lanzamiento a balón parado de David Beckham para fulminar el sueño de Ecuador y avanzar hacia los cuartos de final. Eso sí, el triunfo británico se construyó desde el sufrimiento. La «Tri» fue un rival más que digno y tuvo sus opciones, aunque la experiencia acabó dictando sentencia. Inglaterra ya está donde se esperaba, entre las ocho mejores, aunque tampoco ha convencido. Su próximo rival, Portugal. Apasionante.